jueves, 17 de julio de 2014

VIRGEN MARINERA..

Julio de 2014, si hay un día grande a lo largo del año para la gente de la mar ese es hoy, el día de la Virgen del Carmen.......

Y este día, lo primero que se me viene a la memoria es aquella llamada telefónica, puntual con la fecha, siguiendo la tradición heredada de mi abuela Vicenta, con la que mi madre me felicitaba por mi onomástica :

“..al amanecer el día,
paseando por mi cuarto,
se me vino a la memoria
que era el día de tu santo...”


Hoy, no he recibido esa llamada, mi madre ya no puede hacerla..... y, sin embargo, yo espero, que su cara tenga, esté donde esté, una sonrisa de lado a lado cuando haya comprobado que su hijo Carmelo ha recibido un moderno Whatsapp en el que mi hermano me transmitía este mismo mensaje “....de parte de tu madre...” manteniendo sus deseos más preciados, respetando su memoria y todo lo que ella y mi padre nos enseñaron.

A sus hijos, nos queda la memoria. Esa que en los actuales planes educativos se rechaza y se desprecia como si sin memoria algo en la vida tuviera sentido. Memoria que comprobamos los efectos devastadores que produce su ausencia cuando tenemos algún familiar con Alzheimer.. Memoria de lo bueno para seguir adelante y de lo malo, para no repetirlo jamás y aprender de nuestros errores. Porque, además, memorias hay muchas....

Yo, hoy, me quedo con la “memoria familiar”. Si, ya sé que ninguno de mis amigos neurólogos, psiquiatras o psicólogos avalarán la existencia de esta “memoria” pero ello no quita que para mí y para muchos de mis familiares sea importantísima.... Como seguramente, para Vd. y los suyos lo es también, amable lector. Porque es en esa memoria donde hemos escrito lo más singular e interesante de nuestras vidas, de nuestros sentimientos, de nuestras emociones,... Y aunque cada uno tenga la suya propia, muchas de ellas, sobre todo en una sociedad tan endógena como la melillense, se entrelazarán y coincidirán en espacios, tiempos,...

Y gracias a esa memoria, tal día como hoy, día de la Virgen del Carmen, uno recuerda que acompañaba a sus padres a algún lugar de la costa melillense para arrojar unas flores en memoria de mi tío Carmelo que un día se lo llevó el Mediterráneo para siempre... Y recuerda aquellas fiestas de los pescadores con sus “vacas” y traiñas engalanadas con papelillos de colores, en un puerto de Melilla tan diferente al de hoy, un puerto abierto a la ciudad, por donde los ciudadanos transitaban, paseaban, comerciaban, compraban, charlaban, .. o se sentaban en un noray simplemente para pescar, o mirar al mar tras el que le esperaban su familia cuando terminara la mili, o preguntarse de qué países lejanos vendría aquel barco atracado en el Cargadero,... Se vivían por entonces tiempos difíciles en los que se tuvieron que soportar crisis y más crisis de las que parecía nunca íbamos a salir....y el puerto fue para esta Ciudad, que siempre mira al norte, un horizonte de esperanza. Tampoco se me olvidan las caras y las manos de aquellos pescadores, duras, firmes, con la sal incrustada en sus arrugas,... con un habla donde se adivinaban orígenes almerienses, cartageneros, alicantinos, .....y un saber vivir -o sobrevivir- que habían aprendido a base de vientos, olas y temporales.

Y recuerdo aquella Grúa Flotante de 80 Tm en la que mi padre, Manolo, trabajaba como maquinista naval a las órdenes del primer maquinista, Don Emilio Calabuig, el “Tío Emilio” al que siempre admiró como profesional y como persona. Recuerdo también al “Mudo” que sabía de pronósticos del tiempo mucho más que la actual AEMET con todos sus satélites y ordenadores; a Paquillo “El Faratabaile” lleno de alegría y con una broma o un chiste siempre a mano; a Sorroche, un auténtico lobo de mar que terminó siendo uno de los últimos, sino el último, farero de Chafarinas, famoso también por sus arroces “a banda”; a Diego “El Gitano” un hombre prudente y callado, muy delgado, trabajador incansable; al “Pintarroja” apodado así por su pelo y piel enrojecidos; a Tomé, que no le gustaba nada que le llamaran “individuo” porque lo entendía como una falta de respeto. Como no, a sus capitanes, Don Carmelo y posteriormente, Don Damián “El Catalán” profesionales prudentes y sabios como obligaban los tiempos .... Tantos hombres, gigantes en mi memoria, que con la ayuda de aquella portentosa Grúa y de la Virgen del Carmen construyeron nuestro puerto, lo reconstruyeron y lo volvieron a construir poniéndolo a salvo de aquellos terribles temporales de Levante.

También recuerdo a mi madre, Maruja, con la preocupación en su cara, azotada por la lluvia y el viento de Levante, salpicada por el agua del mar, intentando pasarle mediante una polea aquel portaviandas de porcelana a mi padre embarcado en la Grúa, era Nochebuena. Apoyada en uno de los pilares de aquel arco en cuya parte superior un letrero decía “Embarcadero Público”, la recuerdo con sus miedos, sus rezos y promesas, a la Virgen del Carmen, rogándole que ninguna de aquellas terribles olas se llevase a su Manolo, ni a su Grúa....Tantas Marujas y tantos Manolos a los que la Virgen debía escuchar y proteger tomando como referencia ese puerto de Melilla. 



Ese mismo puerto que hoy nos quieren robar...., que ya nos lo han robado quienes ni son de aquí, ni sienten la mar, ni el puerto, ni jamás sentirán esta Ciudad más allá de sus propios egoísmos...Todo con nuestro cobarde consentimiento y nuestra mirada ausente.

Que la Virgen marinera, la Virgen del Carmen, nos proteja de los temporales del mar y, sobre todo, de los temporales de la vida. 




1 comentario:

  1. Esta es la historia que importa, la que escriben los seres queridos y que la vivieron de refilón. Luego está esa historia que se escribe en los periódicos y que cada día me doy cuenta que son más falsas y encumbran a los que nada han hecho para ello.

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