sábado, 12 de julio de 2014

EL AULA VACÍA. IN MEMORIAM...


Desde mi mesa de maestro miro el aula que aunque llena de alumnos a mí me parece vacía. Oigo los leves murmullos de mis niños que a mí me suenan como un gran silencio. Me acerco al ventanal y dirijo mi mirada hacia aquella querida Escuela Universitaria de Magisterio de los años 70......

Hace unos instantes me acaban de comunicar que el pasado sábado se nos marchó Miguel Moralejo y, al contrario que en la famosa sevillana, su recuerdo sólo puede llenar mi alma de agradecimiento, de vida y testimonio de un buen cristiano.

Miguel Moralejo fue nuestro Director -que por entonces no había decano- en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de E.G.B. durante aquellos difíciles primeros años de la Transición; enseñándonos que la Democracia se consigue conquistándola, haciéndola, creándola, practicándola día a día en todas las facetas de nuestras vidas. Siempre recordaremos con que orgullo, y hasta valor, nos defendió - a sus alumnos - ante una reivindicación de cambios y mejoras en la universidad que acabó en un encierro que pretendía ser reprimido por la Policía Armada con todo su aparato....
Miguel Moralejo fue nuestro profesor de Matemáticas, nuestro maestro, yendo siempre mucho más allá de la transmisión de unos conocimientos; implicándose en nuestras dificultades, demandas e ilusiones, haciendo del aula un lugar donde transmitir, compartir, aprender y crear.

Miguel Moralejo fue nuestro amigo, de esos amigos de verdad que están contigo en los momentos difíciles cuando los necesitas. Y lo hacía serenamente, con esa humanidad y solidaridad tan propia de los cristianos más modestos y humildes.

Miguel Moralejo fue, es y será un ejemplo de estar siempre, sin voceros ni publicidad alguna, cerca de los más necesitados, de los más pobres.

Fue un privilegio compartir con él aquellos cruciales años de nuestra carrera universitaria. Es un privilegio tener su ejemplo de generosidad como un modelo para nuestra vida diaria.

Echo de nuevo una mirada al aula … y mientras elevo una oración recordando a Miguel Moralejo, un rayo de sol se cuela entre los nubarrones grises atravesando los ventanales, entonces oigo la voz de una niña que reclama mi atención.... El aula no está vacía, nunca estará vacía. Gracias Miguel.



Melilla, febrero 2009

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