sábado, 12 de julio de 2014

UNA LÁGRIMA EN EL AULA.



Querido amigo Manolo:

Tras un invierno tan triste y gris como el que hemos tenido, me había levantado esta mañana con la agradable sensación que nos proporciona la primavera en Melilla … Pero esta vida imprevisible tiene mil razones para hacer que un día brillante y soleado se convierta en un día nublado y gris tirando a negro. Ha bastado simplemente una llamada telefónica de otro compañero para que el día pasase a ser una noche oscura....Y es que ya me lo decías tú “...eres de gasoil...”. y siempre me entero con retraso de todo......., incluso de tu muerte.

Tuve la inmensa suerte que aquel curso 82-83 me llevase al querido Colegio García Valiño donde sin saberlo iba a aprender más Magisterio que en todos los estudios universitarios que he hecho. Allí, junto a Gonzalo, Paco, Hiscio, Lolita, Paquita. Salvador, Juan o nuestro Eladio del alma, iba a tener yo los mejores referentes que tanto me iban a ayudar en todos estos años de docencia. Pero sin duda, amigo, fuiste tú quién con tus formas sencillas, tranquilas, cargadas siempre de razones y de lógica, repletas de una entereza moral que pocas personas tienen, la que dejó más huellas en mi vida personal y profesional.

Durante unos años compartí contigo docencia, ilusiones, proyectos, ganas de cambiar, de aprender, esperanzas de hacer un mundo mejor, educando y formando a los alumnos a los que tú siempre querías de una manera tan especial y a los que pretendiste darle una escuela que como siempre nos decías “..debía de ser ¡hasta divertida!...”. Por todo ello, sin duda, lo que más compartí fue Magisterio, el hacer de la tiza y la pizarra, de la relación con los alumnos un arte que contagiaba a tantos y beneficiaba a todos. Recuerdo aquellas palabras en las que me decías: “¿Sabes cuál es la diferencia entre un maestro y un profesor...? pues que al maestro el alumno se confunde a veces y le llama papá...”. Ni te imaginas cuantas veces he hecho uso de tus palabras, de tus anécdotas, de tus recursos; si no me equivoco el mismo día de tu muerte -y yo sin saberlo- recordaba en un curso ante unas maestras aquellas palabras que dijiste un día a un alumno de Cabrerizas: “…te puedo perdonar casi todo lo que has hecho, casi todo lo que haces, casi todo lo que puedas hacer. Lo que no voy a perdonarte nunca es que no aprendas a hablar correctamente el shelja. Es una responsabilidad que tienes con tus orígenes, con tus antepasados….y la más importante: con tus descendientes....”. Que más se puede decir de alguien que piensa así.

Compartí contigo algo tan importante como la amistad, amistad para siempre como hablamos algún día, amistad que no necesitaba estar en contacto continuo para renovarse o mantenerse. Y te admiré, admiré tu templanza en los momentos difíciles, el enorme cariño por todos tus hijos aunque nunca disimulases tu debilidad por tu hija, tu lealtad para con los amigos, tu sinceridad diciendo siempre de forma educada y respetuosa lo que pensabas, tu compromiso solidario para con quienes más lo necesitaban y, sobre todo, tu comprensión y tu enorme capacidad de dialogo.

Compartí también ilusiones de que aquella Transición nos llevase a una España más culta, educada y solidaria. Durante estos años en los que la palabra “político” se ha devaluado tanto, te he puesto como ejemplo de lo que debería ser un político sirviendo a un pueblo recordando tu paso como alcalde del malagueño pueblo de Ardales donde dicho sea de paso jamás han dejado de quererte y apreciarte.

Un día te fuiste a Málaga y puedo asegurarte que había preguntado por tí a tu hija y amigos no sé cuantas veces..... Me alegraba saber que, pese a los achaques, la “revisión de chapa y pintura” que te habían proporcionado los médicos te mantenía en condiciones de “pasar la ITV” ¡¡ como nos gustaba hablar con ironía de esta manera...!!

El lunes volveré al aula y aunque siempre fuimos innovadores - ¿recuerdas nuestros Spectrum..?- no voy a coger la novedosa pizarra electrónica y aunque de los ojos alguna lágrima se derrame, simplemente voy a escribir tu nombre con tiza en la pizarra: MANUEL DOMÍNGUEZ ONCINS, un Maestro que además de ser un enorme profesional nos dejó muchísimas pruebas de ser una gran persona.

Será una manera de que tu nombre esté donde siempre te gustó estar: en las aulas, con tus niños y niñas.


                                                                                                                                     Abril de 2010


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