jueves, 19 de marzo de 2020

MI PADRE ERA UN GENIO...


Aún me parece estar viendo la escena. Era una tarde de aquellos otoños de entonces en los que el levante nos sumergía la Ciudad en una boria gris acompañada de una humedad fría que calaba los huesos. En el pequeño salón de mi casa, sentada en el sofá, mi hermano jugueteaba con sus muñecos de indios y americanos. Yo acababa de llegar de la academia Cervantes y miraba - aunque no veía – alguno de aquellos programas en blanco y negro de TVE, … un solo canal en un horario reducido. Mi padre se entretenía con una pequeña llave inglesa marca Palmera y hacía también como que miraba la tele. Mi madre, con tres agujas, hacia punto, tricotaba, un jersey para alguno de nosotros…


De vez en cuando alguno hacia un comentario jocoso. Casi sin despegar la mirada de la llave inglesa mi padre dijo:

- Es curioso como haces punto…
-Curioso no sé pero difícil ...no sabes lo complicado que es este punto -dijo mi madre.

-Hombre difícil, ...lo que se dice difícil... para nada…
En esos momentos la expresión del rostro y la mirada de mi madre dejaron ver aquel genio que la hacían capaz de enfrentarse a cualquier cosa con el mayor de los corajes.

-Pero que listo es mi marido. Toma, anda, a ver si eres capaz de continuar tú – dijo poniéndole encima las agujas con la lana.

-Así es muy fácil – dijo mi padre con una sonrisa burlona a lo Clark Gable – mejor me das todo sin haberlo empezado.

La carcajada sarcástica, casi cruel,  de mi madre recorrió todo el salón mostrando de alguna manera su indignación por el desafío de mi padre. 

- Así me gusta, mira que chulo mi marido – le dijo mientras abría una puerta del mueble aparador sacando de un tubo de plástico tres agujas y cogiendo un ovillo de lana.

-Aqui tienes Lolo, … vamos a reírnos un poco…Nenes, mirad como papá quiere imitar a mamá y no puede...
Mi padre, con una sonrisa de las suyas, no había dejado de inspeccionar lo que mi madre estaba haciendo. Lo miraba de arriba a abajo, por delante y por detrás, y entonces dijo:

-Vale morena…vamos allá. 
En esos momento sólo faltó en la casa que sonara un redoble de tambor o si me apuran el silbido de “El bueno, el feo y el malo”.
Con  las agujas y la lana y mirando a la cara a mi madre con una sonrisa de oreja a oreja dijo:

-Mira que eres guapa, morena…¿se hace así?
Y como si lo hubiera estado haciendo toda su vida empezó a tricotar con maestría ante el asombro de mi madre que sólo supo decirle:

-Que “hijopushi” eres… A partir de hoy a tricotar conmigo.

Al oír estas palabras mi padre soltó de inmediato lo tejido y dijo:
-No, no … si la verdad es que es difícil, … seguro que no soy capaz de volverlo a hacer … - mientras con una risa me guiñaba el ojo.

Así era mi padre, … un genio.

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