lunes, 23 de marzo de 2020

CUENTOS PARA MÍ. 3ª PARTE


Era casi verano, había cumplido quince años y las notas de cuarto de bachiller habían sido espectaculares… Mis padres no podían estar más orgullosos de mí. 

Sin embargo yo vivía momentos de gran inquietud. Aquella chica era algo especial y no podía dejar de pensar en ella. Para colmo, muy pronto se iría con su abuela a pasar el verano ¡en París! En definitiva que si tuviera que describir lo que por mi pasaba en aquellos días no encontraría nada mejor como referencia que la letra de “Every breath you take” que The Police sacaría en los años 80... 

No había vuelto a ver a aquel hombre… pero no había dejado un solo día de recordar sus palabras y con cada recuerdo me llegaba una inquietud ¿quién era…?¿por qué sabía tantas cosas sobre mí o sobre mi familia? … 

Aquel iba a ser “el verano” de mi vida... pero yo todavía no lo sabía. Había encontrado un grupo de amigos muy divertidos, mis padres se fueron de viaje y me dejaron quince días a cargo de mi abuela Vicenta, pero, lo más importante, empecé a darme cuenta que la vida había que vivirla con el menor número de complejos posible, es decir,...¡ empecé a perder la timidez ! y hasta me volví ocurrente y simpático... 

Cuando mi vecina se marchó a París empecé a echarla de menos desde el primer día. Me había empezado a acostumbrar a verla a diario, a charlar con ella por las tardes, a pasear juntos por la muralla del barrio desde la que tan extraordinaria vista de Melilla se divisaba, había pasado con ella una inolvidable Noche de San Juan junto a las hogueras, … pero sobre todo, me había empezado a perder en sus ojos verdes… 

Aquel día no había visto a ninguno de los pocos amigos que no se habían ido de vacaciones por lo que casi al caer el sol me decidí a dar una vuelta por aquella muralla del barrio, por su espléndido paseo con unas preciosas vistas ...y yo con una melancolía que me pesaba como un saco… Por aquel entonces la iluminación dejaba mucho que desear pero enseguida me llamó la atención la figura de aquel hombre que sentado en la muralla contemplaba el paisaje. 

Noté que, una vez más, vestía como yo hubiera querido vestir: camisa negra remangada, vaqueros Levis 501 oscuros, unos náuticos de cuero de excelente calidad con un cinturón a juego, todo impoluto, como nuevo. A diferencia de las otra veces, que mostraba bigote y perilla recortados, en esta ocasión tenía una barba rala, casi rubia, mientras el pelo mostraba sin la menor duda lo que era un corte militar. 

Me vio enseguida y me saludó con la mano lo que hizo inevitable que me tuviese que acercar a él. 

-Buenas noches o buenas tardes Don Carmelo, ¿otra vez por aquí? 

-Buenas noches Carmelo, ya ves, te dije que éste también había sido mi barrio y estas vistas de Melilla siempre las he llevado en el corazón. Pocos sitios tienen un lugar con tanto encanto para mí a la hora de la puesta de sol … y he conocido unos cuantos. 

-¿Ha estado de viaje y ha vuelto? No lo veía hace meses… 

-Bueno, sí y no. Es complicado de explicar...¿A ti qué tal te va…? 

-Pues ya me ve… aquí... algo aburrido… Se han ido de viaje casi todos mis amigos… 

-Pero pronto volverán y seguro que pasarás un verano irrepetible, ya lo verás. Ten un poco de paciencia y disfruta del presente preparándote para el futuro. Algo me dice que muy pronto vas a tener unas extraordinarias experiencias… Te lo digo porque a mí me paso casi lo mismo...claro que eso fue hace muchos, muchos, años … para mí... y tú me lo has recordado ahora… jejejejeje… muchas gracias. 

-No por favor, no me dé las gracias -le dije más confundido que otra cosa. 

-¿Quieres que caminemos? Hace tanto tiempo que no recorría este paseo… 

-Por supuesto… 

-Es curiosa esta vida, Carmelo, nunca eres consciente del presente hasta que  se convierte en pasado. Tal vez por ello desperdiciamos tantos y tantos momentos en nuestra vida sin valorarlos en lo que vale. A mí me pasó ¿sabes? Viví demasiados años pendiente del "qué podía pasar " sin tener en cuenta lo que estaba pasando… 

-Tiene Vd mucha razón, a veces creo que tenemos mucha prisa en llegar al futuro y desperdiciamos el presente… - dije casi sorprendiéndome a mí mismo. 

-Te dije que eras un tío listo… Si me dejas que te dé un consejo de viejo disfruta del momento, del día a día ¿Has sacado muy buenas notas en Latín, verdad?¿sabes que significa la expresión “carpe diem”? 

-Sí, ...creo que algo así como “toma el día”, es decir, “aprovecha el momento”. Creo que la decía el poeta romano Horacio… - dije intentando presumir de mis conocimientos, algo que me daba seguridad para vencer mi timidez pero que nunca significó para mí un rasgo de soberbia. 

-Chico listo… pues aplícate el cuento -dijo usando aquella frase que tanto decía mi padre. 

-Ya, … pero es difícil. No puedo dejar de estar inquieto, … soy muy nervioso. Y además me están pasando cosas que no sé muy bien cómo resolver… 

-¿Te vuelvo a decir que yo pasé por tu misma situación hace muchos años? Es normal, es la vida, Carmelo, y es tan bonito sentir, emocionarse, inquietarse, … ¿conoces la obra de Lope? 

-¿De Lope de Vega? -contesté casi arrepintiéndome al instante mientras pensaba “estúpido,... como si hubiera otro Lope”- Bueno, conozco algunas de sus obras ...sobre todo alguna de sus poesías me gustan mucho...la del Soneto es genial. Y para el Instituto tuve que leerme Fuenteovejuna y El Perro del Hortelano… 

-¿No conoces el soneto en el que Lope define el amor? 

-No – exclamé con algo de vergüenza. 

Y entonces, aquel hombre, con aquella voz inconfundible comenzó a recitar aquellos versos… 


Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso; 

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso; 

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño; 

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe. 


Justo terminó cuando llegamos a la escalerilla, una escalerilla de 214 escalones que comunicaba el barrio con el centro de la Ciudad. 

-Y ahora, querido amigo, me voy a tener que marchar. Voy a probar si aún soy capaz de bajar estos 214 escalones que tantas veces bajé con tus años ... también los subí… Otro día te contaré cierta anécdota que me pasó por aquí cerca cuando esta escalerilla era un camino de cabras y yo lo subía con mi padre para ir al fútbol… 

-Que curioso a mí también me pasó algo … 

-Bueno, amigo, nos volveremos a ver. Y recuerda ¡¡ “carpe diem !! 

Empezó a bajar los escalones con un agilidad impropia de un hombre su edad, los bajaba con alegría, como si fuera un chiquillo… Me quedé en la muralla para ver si lo veía pasar por la plaza a la que se accedía desde la escalerilla. Su figura inconfundible y aquella forma de andar tan parecida a la mía o a la de mi padre me harían distinguirlo fácilmente...pero por mucho que esperé no conseguí verlo… 


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