martes, 17 de marzo de 2020

MEEKO, NUESTRO PERROTE...


Hace unos años escribí sobre Golfo y Brus, los dos perrotes que mi hermano y mi hijo han tenido y tienen respectivamente, alabando sus grandes cualidades como “personas de cuatro patas”. Por entonces todavía era de los que pensaba que jamás tendría un perro en casa. Pero no tuve en cuenta para nada que una de las “cualidades” de mi hija Marina es la insistencia ...y así en diciembre de 2017 entró en nuestras vidas un tal Meeko. 

Meeko es un bulldog francés de origen sevillano (¡menuda mezcla!), que ya en el vídeo que nos mandó el criador para elegirlo mostraba que la persistencia era también otra de sus cualidades. 

Antes me he referido que a que “ entró en nuestras vidas”, bueno ... más que entrar lo que hizo fue “invadirnos” pues nada más llegar tomó posesión de “su” casa y para empezar – debía traer apetito – se comió, o casi, el borde de un mueble de la cocina, las esquinas del pasillo y todo aquello que poníamos a su alcance. Ya más escatológico estuvo casi seis meses llenando la casa de “minas” y otro año y medio meando, porque meaba allá donde encontraba un rincón a su gusto. Curiosamente uno de aquellos rincones era mi dormitorio o mi despacho…


Una demostración de que su “invasión no era pacífica” era su obsesión por el calzado … muy especialmente por mis zapatillas de andar por casa. Para ello desarrolló auténticas tácticas de guerrillas pues aprovechaba cualquier despiste para a una velocidad que ya quisiera para si el Correcaminos agarrar una zapatilla y refugiarse bajo alguna mesa o cama donde fuera complicado atraparlo. También recuerdo sus “peleas” consigo mismo ante un espejo, cuanto le duraba un muñeco -batió varios records Guinnnes - o, lo que es peor, su capacidad destructiva con una manta o un colchón. 

Carácter, ya les comento, tenía y tiene. Con apenas unos meses decidió celebrar Los Carnavales y al volver a casa nos encontramos con que había “celebrado una fiesta” con unos adornos que habíamos dejado para llevar al trastero. 

Muy pronto demostró su pasión porque le rascaran bajo el cuello y por las camas de los humanos…Si Vdes quieren que no haya perro, sólo tienen que sentárselo encima, porque ha de ser encima, y empezar a rascarle bajo el cuello o en la tripa. Ni se les ocurra hacerlo entre las orejas porque “al chaval” no le gusta.



Otro tema asombroso es su capacidad y cualidades digestivas para un animal aparentemente tan pequeño. Ya de cachorro “absorbía” sus bolitas cual si fuese una aspiradora y si podía salía corriendo de una habitación a otra y se comía las de Brus, el otro bulldog francés de mi hijo quien desde entonces, digamos, que “le cogió cariño”. Sinceramente, no he visto un perro que tenga más apetito siempre, y cuando digo siempre digo siempre, mejor lo cuento: el sujeto duerme a pata suelta que da envidia pues bien cuando un servidor se levanta a eso de las 7 de la mañana procurando hacer el menor ruido en mis rutinas para “no despertar al monstruo” no sé que clase de detector tiene pero en cuanto me siento a desayunar aparece a mi lado relamiéndose los labios y ronroneando para que le dé algo. Ni les cuento el espectáculo a la hora de almorzar o de cenar. Durante el almuerzo, el tipo te echa las patas encimas y te pone una cara de lástima, de pasar mucha hambre, de estar famélico,… Particularmente en la cena, que suelo hacer en el salón, basta con que miré hacia abajo nada más sentarme en el sofá que ya tengo allí la cabeza de Meeko mirándome entre la bandeja y mis piernas… Otro tema es el paseo pues detecta cosas para comerse en el suelo a más de cien metros. Con decirle que un día confundió una rueda de juguete con un donuts y se la zampó con la consiguiente intervención y gasto en veterinario… 


Del veterinario nos vamos a hacer de la familia e inversores. No conozco a ningún perro que le guste ir al veterinario… menos al mío. Le encanta, es más salimos de paseo y como pasemos cerca de la clínica él tira para ella. Y mira que le han hecho ya cosas, entre ellas abrirle las fosas nasales para que respirara mejor con lo cual, al pobre, lo han dejado estéticamente para el arrastre. 

Y hablando del tema les comento como ronca el chiquitín. En mi casa, si ronca un servidor, el padre de familia, no veas los comentarios de mis querídisimas brujas esposa e hija… pero si ronca el animalito “… que simpático es...”. Cosas de la vida en familia… 

Ahondando en el tema, me gustaría contarles que nuestro perro de guardián nada de nada. Primero porque se ha creído que todos los humanos somos sus amigos y lo queremos y de esta forma a cualquiera que nos encontramos o viene a casa él le monta una fiesta saltando y poniéndoles las patitas encima. Desgraciadamente las patitas tienen unas uñas que sólo se pueden cortar hasta un límite y esto no lo comprenden todas las visitas ...bueno, ... casi ninguna. Si además tocan el timbre entonces la casa se llena de ladridos y de idas y vueltas como si quisiese decirnos ¡¡ venga, venga, que tenemos visita !!… es muy nervioso para algunas cosas, muy nervioso. 

Yo, he llegado a varias conclusiones con este perrote: la primera es que entiende perfectamente el español… pero que disimula. Basta que nombremos a varios metros las palabras “paseo, terraza, bolitas, …” o “¡ sorpresa !” para que el chucho salga disparado cual bala de cañón hacía la puerta o hacia alguno de nosotros. La segunda conclusión es que tiene “un estatuto de autonomía” que hay que respetar, vamos que hace lo que más le apetece. Y eso suele suceder cuando está muy contento que es todo un espectáculo pues corre a tu lado , te mordisquea el pantalón o los zapatos, salta encima del sofá - cuando curiosamente él pide para poder subirse y lo hacemos nosotros a mano -, también coge una de sus pelotas y las mordisquea frenéticamente antes de ponerla toda llena de su saliva ¡en tu zapato!…Y encima, se droga, sí se droga: tiene un muñeco que es como un pequeño pulpito con el que es capaz de pasarse horas mordisqueándolo mientras mueve las piernas como si marcara el paso en el sitio. Hemos cambiado de pulpito por si el primero tenía alguna sustancia aditiva y no, definitivamente es un adicto al pulpito sea el que sea.


Por otra parte, y empiezo a preocuparme, un servidor ha tomado la costumbre, dicho sea con perdón, de mantener periódicas charlas con el animalote sobre temas de actualidad, ya saben cosas de política, de deportes, ...de actualidad y por el meneo de orejas que se pega y las expresiones de su rostro yo creo que me entiende perfectamente, es más no le caen bien los políticos y me da la sensación de que es un poco merengón futbolísticamente hablando, merengón mientras no haya comida por medio que si la hay es más del Atleti que Luis Aragonés, como debe ser. 

Meeko nos aportado también muchas cosas. Hemos aprendido a mirarlo a los ojos y a darnos cuenta de cuanto cariño y cuanta dependencia tienen estos animales de una especia perversa como es la humana. Cuan felices se sienten con que tú simplemente les tires una pelotita para que él te la traiga una y otra vez. Que tristeza inunda su alma cuando lo dejamos solo en casa y que desbordante alegría siente cuando volvemos. Hablaba antes de mirarlo a los ojos y sí, me he dado cuenta que en la mirada de un perro hay un inmenso dolor, un dolor eterno, y también una súplica: no me abandones. No sé que clase de persona es aquella que disfruta maltratando a unos pobres animales que solo quieren estar a nuestro lado dándonos tanto a cambio de tan poco… 

Es precisamente en estos días de cuarentena por el coronavirus cuando nos damos cuenta de lo importante que es tener a Meeko en la famila, cuanto nos distrae con sus cosas, como nos busca para todo y, encima, nos pegamos tortas por sacarlo a dar un paseo... 

Éste es nuestro Meeko, uno más de la familia, que nos ha hecho aprender que los humanos sólo somos otros más en el planeta y que importante son los perrotes de compañía.

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