lunes, 23 de marzo de 2020

CUENTO PARA MÍ. 1ª PARTE


- ¡ Buenos días, señores ! - y a pesar de que en la cafetería de Reina apenas si había sitio libre no hubo una sola persona que no volviese la cabeza al escuchar aquella voz… especialmente yo. 

Desde luego no era de los habituales, era un tipo alto, algo más que yo, no podría concretar su edad, sin duda era mayor y sin embargo no tenía nada que ver con aquellos habituales hombres envejecidos por el trabajo en la mar, la salitre, el tabaco y una alimentación que dejaba mucho que desear. Casi todo en él denotaba haber practicado deporte, una vida activa y conservar cierta buena forma física,… aunque tal vez por la edad el vientre había empezado a perder aquella buena forma. 

Y no sólo su voz, su atuendo también me atrajo desde un principio. Vestía unos vaqueros Alton, un jersey de lana negro de cuello alto, unas botas camperas de ante y, lo que más me llamó la atención, una chaqueta M65 del ejército norteamericano que aparentemente era original, de uno de sus bolsillos colgaban unas gafas Ray Ban Pilot que tanto gustaban en aquellos años… y que seguirían gustando muchos años después. Su pelo, escaso y con un corte militar, contrastaba con las melenas de aquellos años, aquel tipo era o había sido militar y sin embargo sus formas educadas, respetuosas y amables en aquellos años de ordeno y mando llamaron la atención desde el primer momento. En definitiva, aquel hombre era alguien educado y cultivado pese a su primera apariencia. 

- Por favor, póngame un descafeinado de sobre con leche templada y… una tostada entera con acéite de oliva, si es tan amable . 

- Faltaríase más – respondió Antonio Reina tan servicial como siempre. 

No sabría definir mis sensaciones… pero aquel rostro, aquella forma de comportarse, aquella seguridad … Por una parte, en plena adolescencia con aquellos 14 años que yo tenía por entonces, formaban parte de lo que más admiraba en los adultos. Aquella seguridad, aquella forma de desenvolverse a alguien tan inseguro como yo no podían más que causar admiración ... pero por otra parecía como si a aquel señor lo conociese de toda la vida… 

- ¿Me permite que coja una servilleta? - le dijo a mi padre que no era ajeno a la inquietud que nos había causado aquel hombre. 

- Si, por supuesto, aquí tiene… disculpe mi atrevimiento ¿pero no es Vd de Melilla, verdad? - dijo mi padre. 

- No es ningún atrevimiento señor, pero sí soy de Melilla… aunque hace muchos años que no la recordaba así ¿Es su hijo, verdad…? 

- Sí, señor es mi hijo. 

- Estoy seguro que está Vd muy orgulloso de él, sobre todo de su rendimiento en el Instituto. 

Con mi timidez de aquellos años no pude evitar el ponerme rojo y agachar la mirada...pero ¿cómo sabía aquel hombre que yo era un buen estudiante? 

-Si señor, empezó muy mal el bachiller pero ahí lo tiene Vd, en los últimos tres cursos todo son matrículas y sobresalientes. A ver si es el primero de familia en poder ir a la universidad… 

- No le quepa duda, amigo, lo hará y tendrá su carrera. Es más, le auguro que más de una… 

- ¡Uff! Ya quisieramos. A ver si podemos, ya sabe Vd que la vida está cada día más difícil y los sueldos no dan para muchos deseos. 

- Estoy completamente seguro, Manuel ...¿por qué Vd es Manuel, verdad? que con su esfuerzo y cualidades sacará Vd a su familia adelante y podrá estar orgulloso de ellos. 

- Perdone, ... pero ¿nos conocemos…? 

- Bueno, ...casi,… conocí a su familia hace muchos años ...cuando vivían en ¿Álvaro de Bazán?, también conocí a su suegro Paco….¿su suegra era Juana la de la fuente, verdad? Y cómo no a su señora, ¿Maruja, verdad? 

-Ya veo que nos conoce Vd de sobra… y sin embargo yo no recuerdo nada de Vd… 

- No se preocupe, físicamente he cambiado mucho y la memoria es muy traicionera en estas cuestiones. Mi familia también vivía por allí. Por cierto, mi nombre es Carmelo… ¿como su hijo? – dijo señalándome- Se me olvidaba comentarle que también sabía que su cuñado Carmelo murió ahogado...¿Nunca más se supo de él..? Habría que buscar información... 

- Pues encantado de saludarle Don Carmelo y disculpe mi memoria pero de momento no consigo reconocerle – dijo mi padre ofreciéndole la mano. 

Mientras se la estrechaba amistosamente, el hombre, le dijo algo que aún me sorprendió más:

- Por favor, apéeme del Don, si hubiera una sola persona que no tuviera que hacerlo, esa, sería sin la menor duda Vd.- Y aquella mirada, aquellos ojos verdes amarronados, parecieron llenarse de lágrimas sólo un instante mientras aquel hombre miraba a mi padre con algo más que amistad. 

- Muchas gracias es Vd. muy amable y generoso. Me sabe muy mal no recordarle, de veras...¿me permite que le invite al café? 

- Se la agradezco infinito pero esta cafetería me trae tan buenos recuerdos que para mí sería un privilegio si me permitieran que invitara a todos los presentes...-dijo elevando la voz. 

- Un “muchas gracias” sincero y alegre salió de aquellas bocas roncas tan poco acostumbradas a esos gestos de generosidad y amabilidad. 

- Bueno Manuel, me tengo que marchar, que Dios les bendiga y a sus hijos les cunda su ejemplo. Y tú, Carmelo, recuerda estas palabras: que no te falte el coraje para ser lo que quieras ser, y que cuando lo seas lo hagas con la mayor dignidad. Seguro que lo consigues. Señores, que tengan un buen día,… éste y los siguientes. Ha sido un privilegio poder volver por aquí. - Y alargando un billete de 500 pta le dijo a Antonio Reina: 

- Gracias Antonio, de todo corazón muchas gracias y quédese con el cambio

Desde la puerta del Café del Reina, conforme se iba alejando por aquellas calles mojadas no pude evitar comprobar que aquel tipo tenía los mismos andares que yo y mi padre… 

Y de repente, desapareció...

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