martes, 24 de marzo de 2020

EL SENTIDO DEL HUMOR DE MI MADRE.

Mi madre era un caso… Si me pongo a contar las ocurrencias que tenía me faltan ordenadores. Su sentido del humor, la alegría que contagiaba, el reírse con la gente nunca de la gente, era algo que en estos días tan complejos echamos de menos mucho, … muchísimo. 

Una optimista vital, a pesar de los tiempos trágicos que le tocó vivir y del hambre que pasó, cuando las cosas iban o podían ir mal ella era la que siempre nos decía: “...tranquilos que no va a pasar nada...hay que tener fe…” y, otra cosa no pero fe, lo que se dice fe, en su Sagrado Corazón o en la Virgen del Pilar, mi madre tenía para ella y para toda la familia. 

Hoy, cuando miro este levante plomizo en un día tan trágico con unos datos terribles sobre la Covid-19, cuando hasta los más optimistas empiezan a sentir la inquietud del pesimismo; he recordado aquellas palabras de mi madre, María del Carmen Millán López, conocida por casi todo el mundo como Maruja y me he propuesto recordar algunas de aquellas ocurrencias. 

Serían los años 70, yo había empezado a tontear con la que sería mi mujer entre otras cosas porque su familia eran vecinos nuestros, puerta con puerta, y nos habíamos hecho muy amigos. Una tarde muy parecida a la de hoy de esas de levante, Tere y yo teníamos Academia Cervantes a la misma hora y yo estaba loco por terminar las clases y acompañarla hasta casa charlando con ella por el camino… Cual fue mi sorpresa – y la de ella – que mi querida madre acompañada de la que sería mi suegra nos estaban esperando...¡¡¡ vestidas con unas batas de andar por casa de un color muy parecido al mimetizado boscoso que hoy usan nuestras FFAA !!! Afortunadamente había poca luz pues en aquellos años el alumbrado público dejaba mucho que desear y hacía un frío notable por lo que nuestros compañeros apenas se percataron de las “dos señoras”. 

-Joder, mamá… y anda que Vd. Teresa – les dije nada más verlas. 

- Pero dónde vais vestidas así – les dijo mi Tere que con aquella sonrisa que iluminaba su rostro – Desde luego que estáis perdidas… 

-Maruja, que me ha convencido … estábamos aburridas en la casa … y ya ves tú ...¡¡ que valor !! Pero venimos hinchándonos de reír, hasta hemos tocado en unos timbres y hemos salido corriendo como cuando éramos pequeñas. Esta Maruja… - dijo cogiéndola del brazo. 

Mi cara debía ser un poema… y yo que me las prometía tan felices acompañando a mi chica. 

Emprendimos el regreso y las dos estuvieron todo el rato contándose cosas que las hacían ir riéndose a carcajadas todo el camino, por su parte, Tere participaba con ellas y se lo iban pasando tan ricamente… 

Al llegar a la puerta de la Guardería, bajo sus soportales y aprovechando la oscuridad había una parejita no sé si en plena faena o en las previas … El caso es que a mi querida madre no se le ocurrió otra cosa que casi al lado de ellos hacer como que se caía y empezar a dar voces como una posesa. 

La pareja aturullada se puso de golpe en pie cayéndosele al chico los pantalones y la chica poniéndose precipitadamente las bragas… El espectáculo era de una comedia desternillante pues mientras mi madre daba voces como si estuviera poseída. La pareja, al final salió corriendo por entre las calles dando trompicones con su propia ropa como si hubiesen visto al mismísimo demonio. 

Mientras yo veía el inusitado espectáculo sin poder reponerme de la sorpresa, mis tres mujeres se partían literalmente el pecho. Y así estuvieron hasta que llegamos al portal de casa después de escucharles reiteradas veces lo de: 

-¡Ay! ¡que me meo! ¡ que me meo !… 

Y así fue, como luego nos confesaron a Tere y a mí. 



En otra ocasión, nos acababan de poner el teléfono y mi madre estaba como una niña con zapatos nuevos llamando a una y a otra, y, sobre todo, dándole vueltas a la cabeza de que podía inventar para  hacer con el invento de Don Alexandre Grahan Bell… 

De pronto saltó como un resorte y cogió el teléfono marcando un número...mientras se alisaba la ropa. 

-Buenas tardes, ¿Doña Francisca de … y …? - con voz muy fina y modificada resaltando los apellidos pues sabía que su amiga gustaba de ello – Verá, la llamamos desde Telefónica España pues estamos revisando las líneas… ¿han notado Vds alguna alteración? 

-Pues mire, ahora que lo dice…  mi marido me dijo que sí, que el otro día algo le pasaba al teléfono. 

-¿Le importaría colaborar con nosotros haciendo una pequeña prueba? se lo agradeceríamos mucho -dijo mi madre recalcando las eses cual si fuese del barrio de Serrano de Madrid. 

-Por supuesto, dígame… 

Yo que escuchaba la conversación pues estaba sentado en un sillón que estaba justo al lado de la mesa del teléfono, miré a mi madre y le expresé mi sorpresa con gestos . Ella me respondió con una risa de oreja a oreja y con gestos me acercó a ella para que escuchara. 

-Mire, si es tan amable ¿puede soplar por el micrófono del teléfono…? 

-Ahora mismo cuando Vd me diga. 

-Ya, por favor… 

Y la pobre incauta empezó a soplar… 

-Fffffffffffffffff 

-Por favor, más fuerte…. 

-¡Fffffffffffffffffffff … ! 

-Un poco más fuerte… 

-¡¡Ffffffffffffffffffffffff !! 

-Un poco más, estamos terminando. 

-¡¡¡Fffffffffffffffffffffffffffffffff !!! 

Apenas si aquella pobre amiga había terminado de soplar notándosela exhausta, cuando mi madre le dijo: 

-¡ Paqui, ahora mírate las bragas a ver si de tanto soplar te has cagado en ellas ! - y colgando el teléfono soltó una risotada que aún le duró varias horas y que reavivó cuando se lo contó a mi padre, a mi tía, … 

Pasó mucho tiempo y supuse que nunca le diría a Paqui que había sido ella la autora de la broma, los teléfonos de entonces no disponían de la tecnología suficiente para mostrarnos el número de la llamada entrante. Hasta que una mañana se encontró a Paquí hablando con mi tía Encarna que era su vecina… 

-Oye ¿a vosotras os va bien el teléfono…? - dijo no sin sorna. 

-Cállate, cállate y no me hables del teléfono que contenta me tienen, el otro día me llamó una tía haciéndose pasar  que era de telefónica y se quedó conmigo como no lo habían hecho en mi vida… - le contestó Paqui. 

-Bueno, Paquí, pero tú...pero tú ¿tuviste que lavarte las bragas o no ? 

-¿ No me digas que fuiste, tú…? Pero que bicho eres, mira que eres mala… Y encima hasta mi marido se estuvo meando de risa varios días llamándome y diciéndome que soplara que lo hacía muy bien – contestó a voz en grito Paqui pero riéndose a su vez.

Y allí se abrazaron entre las risas de todas y ¡ pelillos a la mar!… 

La historia podría terminar aquí, pero no … Enseguida Paqui le propuso a mi madre y a mi tía: 

-Vamos a mi casa que voy a hacerle lo mismo a mi cuñada … que se joda… jejejejeje. 

Y allá que se fueron como tres niñas con zapatos nuevos...¡pobre cuñada!

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