jueves, 4 de julio de 2024

Hermanos Regulares

 Miro el reloj. Ya casi es la hora. La puntualidad es una de las virtudes castrenses. Saco del armario la percha en la que he colgado antes cuidadosamente el uniforme. Me pongo la camisa que nada más rozarme la piel me devuelve tantas ilusiones de juventud. Apenas me pongo el pantalón, esta vez de color gris como el poco cabello que me queda en la cabeza, me miro al espejo y vuelvo a sentir el orgullo de aquel primer día en el que hace más de cuarenta años me puse por primera vez un uniforme.


El color garbanzo de la camisa y el creciente lunar con los fusiles cruzados en los picos del cuello me llenan de orgullo. Sobre los hombreras rojas, unas estrellas de seis puntas me recuerdan cuanto me costó conseguirlas y cuanto pesa la responsabilidad de tenerlas.

La chaqueta azul marino con el escudo de mi Hermandad cerca, muy cerca, del corazón contradice algo aquellos extraordinarios versos de Calderón pues en esta ocasión, no es que lo sospeche, es que es una realidad que “...el vestido adorna al pecho…”. Los años no pasan en balde…

Para completar mi uniformidad de veterano falta lo más característico, tal vez lo que más nos enorgullece y, si es posible, ennoblece… pero ese, de momento, todavía no me lo pongo.

En el coche pongo una pequeña colección de marchas militares que ejercerán el efecto de acallar mis artrosis o mi dolorida espalada. Ya en el aparcamiento me pongo lo que había reservado hasta el último momento: nuestra prenda característica de cabeza, ese rojo tarbush que parece lanzar el grito de ¡Me atrevo! de los leales Regulares.

Mis compañeros me esperan. La mano se eleva marcial y correctamente al primer tiempo de saludo… como hace mas de cuarenta años. Pronto, la camaradería, el afecto, la amistad, el compañerismo que forjó el sagrado juramento a la Bandera que tanto nos une, hará sus efectos. Es el momento de las fotos… y de las ausencias. De vez en cuando, veo a algún hermano mirar al Cielo. No hace falta que diga nada… los echamos de menos aunque siempre sigan pasando lista de presentes entre nosotros.

Toque de llamada, hemos de ocupar nuestro puesto en el acto. Allí, en fraternal camaradería, verán mezclados los tarbush con los chapiris y las boinas azules con las celestes. Tras el saludo militar de ordenanza llegan los abrazos, los sentimientos que unen a quienes juraron derramar su sangre por España, con ellos las risas o el chascarrillo. Hasta que suena atención en el cornetín de órdenes. Todos adoptamos la posición de firmes. Sentimos que los años no han pasado, que dentro de nosotros sigue igual aquel muchacho que por primera vez aprendió esta marcial posición.

Empieza la revista y con ella los actos. El arriado de Bandera nos saca lo mejor de nosotros mismos. Por Ella, lo daríamos todo… antes y ahora.

Suenan los cornetines de órdenes de todas las unidades de la Comandancia General de Melilla. Las mismas consignas, la misma emoción. Luego entonamos “La muerte no es el final”. Miro al Monumento a los Héroes de las Campañas, concretamente a ese soldado en bronce en eterna guardia al Gurugú. Y entonces, llega al agradecimiento. El agradecimiento a tantos jóvenes, tantas vidas que quedaron para siempre en esta tierra, tanta sangre derramada generosamente para que aún hoy día y para siempre, la Bandera Rojigualda siga ondeando orgullosa en nuestra tierra. Y siento otra vez el compromiso, el compromiso que me une a lo que representa ese soldado en bronce, siempre atento, con el arma dispuesto a defender su Bandera… No los podemos defraudar. Ellos, que lo hicieron a lo largo de los tiempos, están también en ese momento formados con nosotros… juntos.

Termina el himno, los guiones y banderines vuelven a sus lugares de honor junto a las Fuerzas que forman. Gloriosas Fuerzas cuyos guiones muestran orgullosos sus laureadas y medallas militares. Lo mejor de los mejores…

Nos recogen los vehículos que nos han de llevar al desfile. El buen humor y las fotos acompañan el tiempo de espera y calman nuestros nervios. Sí, he escrito nervios, los mismo que siempre han recorrido nuestro cuerpo cada vez que sabíamos que íbamos a desfilar ante nuestro pueblo, ante nuestra gente…

Apenas encaramos el principio de la Avenida y suena la Marcha de los Voluntarios. Se me eriza el pelo y no puedo dejar de recordarme como siendo un niño mis padres me llevaban a ver aquellos desfiles y como yo miraba admirado a aquellos valerosos soldados del uniforme garbanzo…

Por un momento, me pregunto si aquel niño que fui estaría orgulloso de verme ahora allí, uno de ellos… La respuesta me la da mi pueblo aplaudiendo y vitoreando generosamente a estos viejos soldados. El guion de la Hermandad, rinde honores, como el más aguerrido, a su paso por la tribuna …

Nosotros, una vez más, gritamos al final del desfile:

¡¡ Así son los Regulares !!

jueves, 5 de octubre de 2023

AQUELLOS COCHES ( II ) ...

Me acabo de enterar que, al parecer, la mítica SEAT desaparece por motivos que no termino de comprender bien en mi ignorancia. Hoy no pocos medios han recordado aquellos 600, 850, … en los que los españoles, recién estrenábamos nuestras clases medias, nos embarcábamos en viajes interminables con toda la familia y enseres de una forma hoy inimaginable… y sin aire acondicionado.

Todo ello me ha hecho retomar el artículo que hace años escribí sobre los coches que tuvo mi padre, en los que yo tantas veces fui al instituto donde curse el bachillerato, en varias ocasiones viajé por la Península y, lo más importante, aprendimos a conducir mi mujer -por entonces, mi novia- y yo teniendo como “profesor de autoescuela” a mi padre.

Mi primer coche no era exactamente mío. Podría decir que fue una “dote de bodas” pues un par de años antes de casarme mi suegro se lo compró a la que iba a ser mi mujer. Se trataba de un extraordinario modelo para la época: un Renault 5 que o mucho me equivoco o le costó a mi suegro ciento veinte mil ptas.

El Renault 5, conocido popularmente como R-5 en su primera generación, fue un automóvil de turismo del segmento B producido por el fabricante francés Renault entre 1972 y 1984. Fue fabricado principalmente en su país de origen, Francia, y también en Valladolid. El nuestro, concretamente, era el modelo GTL había sido fabricado en la ciudad castellana y venía de un amarillo chillón que nos hizo apodarlo “El Platanito”. Llevaba un motor L4 8v de 1289 cc que le daban un magnífico par. Su mecánica, siguiendo la tradición de Renault en aquella época era muy robusta y fiable. Como aspecto muy novedoso estaba su diseño con unos paragolpes de plástico, mejorando a los metálicos en el hecho de poder absorber los pequeños golpes sin deformaciones persistentes, siendo uno de los pioneros en ofrecer una solución que terminó adoptando la práctica totalidad de los modelos existentes en el mercado. Tenía sólo tres puertas que, si al principio para nosotros dos no era ningún inconveniente, con el paso del tiempo sería decisorio para comprar otro vehículo.


En él y con él, terminé la carrera universitaria, hice mi periodo militar y, sobre todo, mi viaje de bodas. Pero si hay algo que siempre agradeceré a aquel “Platanito” fue las tardes de amor romántico que nos proporcionó en unos años mágicos a mi mujer y a mí antes de casarnos… pero esa es otra historia.

Y nos casamos… Nos casamos sin que yo aún tuviera un destino definitivo como profesor y aquello nos hizo pensar que necesitábamos un coche más grande, sobre todo, porque lo más probable era que me destinaran a la Península, cosa que luego afortunadamente no sucedió. Por ello, una tarde fuimos al concesionario Renault en Melilla donde nos atendió un buen amigo. Mi intención era comprarme un Renault 12 Wagon, vehículo que ya había demostrado su gran calidad, pero mi amigo me comentó que todos los modelos de R12 iban a dejar de fabricarse y sustituidos por el modelo Renault 14… y ahí empezó mi error.

El Renault 14 – o R14, para abreviar- sólo se ofrecía en carrocería de cinco puertas. Este vehículo fue el resultado de la cooperación con Peugeot. Así, la mayoría de sus componentes técnicos provenían de la marca del león, mientras que la carrocería y el equipamiento, de Renault. El R14 estaba propulsado por un motor de aleación ligera (llamado internamente 'Douvrin') procedente del Peugeot 104, que se había ampliado con una cilindrada de 1,4 litros. Las ventajas del vehículo francés eran su cómoda conducción, por encima de la media, su elevada seguridad pasiva y el funcionamiento silencioso del motor. Para un coche de su clase y tiempo, el interior, el espacio y la comodidad de los asientos también eran ejemplares. El diseño, en general, estaba bien pensado y resultó práctico, siendo su comodidad interior un importante argumento de venta, incluyendo un asiento trasero que podía ser plegado o retirado completamente. Para completar el cuadro, fue uno de los primeros vehículos en incorporar elevalunas eléctricos.


Nada más recoger el vehículo, tuve que volver al concesionario “pues hacía un ruido extraño” en la suspensión. Y aquí vino mi sorpresa cuando me informaron que es que los R14 fabricados en Valladolid venían con un problema en los amortiguadores “… que iban a solucionar…”. Comprenderán Vdes. mi mayor enfado con el concesionario al que califiqué de estafadores. Ahí empezó una larga lista de reclamaciones, de visitas al taller, … hasta mi padre, con el permiso de Renault, hizo unas vainas de teflón para los amortiguadores que Fasa Renault llegó a homologar… pero el coche era un auténtico desastre porque es que, además, la mayoría de unidades no aguantaron la oxidación de la carrocería por un problema en la protección de la misma, cuestión ésta que me decidió a cambiar de coche. Lo vendí al año de tenerlo, cuando tenía solamente ocho mil kilómetros, informando debidamente al comprador de sus “pegas”... pero él lo quería a toda costa.

Para entonces, mi mujer estaba embarazada de mi primer hijo y necesitábamos un coche espacioso. Pero antes, tuve, Dios me perdone, la maldad de ir al cocesionario Renault e interesarme por un R18 pero que tenía que ser ¡ de color rosa ! Comprometiéndose por su cuenta en traerlo… Todavía me pregunto qué hicieron con él.

Y así las cosas, me fuí al concesionario SEAT y me compré mi primer diesel: un Seat 131 Supermirafiori con motor 2500 Sofim. Un coche que ya desde un inicio sorprendía la robustez del conjunto a modo visual. Esa forma tan cuadrada, típica de los coches de la época de la marca era, junto con la joroba de su capo, signo de identidad del modelo. En la parte trasera, destacaban unos voluminosos faros en posición horizontal y un paragolpes que sobresalía del voladizo trasero y que le daba bastante empaque a la zaga. Un portón de carga, para acceder al maletero y rueda de repuesto, remataban la zona posterior. Si de algo gozaba este Sofim en los años 80, era de su fama de rápido. Con una punta de 150 km/h, en su momento, se batía con coches de bastante menor peso y motores de gasolina, donde conseguía doblegar a la mayoría en aceleraciones a un kilómetro desde parado, e incluso en el 0 a 100. Como puntos flacos tenía el consumo, la frenada … y la chapa.

En este coche llevé a mi mujer a dar a luz a mis dos hijos y a ellos los llevé a casa recién nacidos, … e incluso dimos algún que otro modesto viaje por la Península. Hasta que empezó a dejarme tirado… Y entonces se hizo buena esa frase que alguien me había apuntado “...en la vida de todo español hay un Seat. En la de un español inteligente, sólo uno…”. Y tras venderlo a un conocido que lo quería me dispuse a comprarme otro coche…

Me lo pensé, reconozco que me lo pensé. Visité no sé cuantos concesionarios, descartando Renault y Seat, y unas veces por el precio, otras por las motorizaciones o la estética, fui desechando modelo tras modelo. Hasta que un día de casualidad fui a ver al señor Almosnino y me enseñó un Volvo que tenía en oferta.

Volvo Cars había sido líder mundial en tecnologías de seguridad e innovación automotriz, y una de las marcas de automóviles más conocidas y respetadas con ventas en más de 100 países. Los propietarios de automóviles Volvo a menudo se enorgullecen del elevado kilometraje y durabilidad. Incluso, la empresa ha obtenido el Guinness World Record por la mayor cantidad de millas hechas en un vehículo no comercial. Según cifras, la edad media de un Volvo al ser desechado es de 19,8 años.

Mi Volvo era un modelo 340 diesel dotado de un motor Renault C1J de 1.400 cc. Que, con el paso del tiempo, se iría mostrando cada vez más insuficiente en comparación con otras motorizaciones de coches de igual segmento.


Con él inicié mis primeros viajes por Marruecos, concretamente a Ifran. Precisamente, en el último que hice con él, estuvimos a punto de tener un grave accidente por la incompetencia del mecánico de mantenimiento que al hacerle la revisión le puso un líquido de frenos que no era el suyo y terminaba por fastidiarlos. No se imaginan los reflejos que hube que tener para, a la vuelta del viaje, encontrarme de repente con que el coche no frenaba… La bronca al mecánico fue monumental.

Eso sí, era un coche duro, muy duro. Mi mujer era su conductora cuando reventaron los depósitos de agua de Melilla y estando aparcado en una de las calles por donde bajó aquella riada le pasó todo por encima. Una vez finalizada, mi mujer apartó los ramajes que se le habían acumulado encima… ¡ y arrancó a la primera ! Llevándola hasta casa donde el pobre ya no volvió a ponerse en marcha a pesar de todos los esfuerzos. Es un coche que me trae grandísimos recuerdos por todo lo que nos aportó y porque fue una muestra de que estábamos subiendo en nuestra economía doméstica.

Aún tenía el Volvo, cuando decidí cumplir uno de los sueños de mi vida: tener un todoterreno.

Y miré y remiré las muchas ofertas que había entonces en Melilla donde la moda de los viajes por Marruecos los había hecho el vehículo de muchas familias.

Me pasé por Nissan buscando un Patrol y no tenían disponibles dada la alta demanda. Miré en Mitsubishi, el Montero era uno de mis favoritos, pero el trato displicente y poco atento del comercial que me atendió, hizo que perdiera todo interés por el mismo. Y así acudí a Opel para ver un Frontera…

Me dijeron que en unos días traían un Frontera con cinco puertas en color grafito que me interesó y quedé con el concesionario que ellos me avisarían para tramitar la compra. La mañana que lo hicieron fui al concesionario y el propietario – conocido mío- me dijo:

- Antes de que te decidas, déjame enseñarte otro 4x4 que hemos traído. Vale un poco más caro… pero te aseguro que merece la pena.

Y ante mí tuve a un Isuzu Tropper color champán. Amor a primera vista...


El Isuzu Trooper era un SUV de tamaño completo que fue producido por el fabricante de automóviles japonés Isuzu entre 1981 y 2002. En el mercado interno japonés se vendió como el Isuzu Bighorn, el automóvil se exportó internacionalmente principalmente como un Trooper, pero también recibió varias otras placas de identificación, incluyendo Chevrolet Trooper, S Honda Horizon, Opel Monterey, Vauxhall Monterey...

Mi Trooper era de segunda generación producido entre 1991 y 2002. La segunda generación fue aún más refinada y disponible en dos ruedas motrices y en cuatro ruedas.

Mi Isuzu disponía de una válvula en cabeza de varilla de empuje (OHV) de 3.1 litros en línea con motor turbo diesel con intercooler (designado "4JG2") que producía una potencia máxima de 125 PS (92 kW; 123 hp).

Sin la menor duda, fue el mejor coche que he tenido. Fuerte, robusto, seguro, amplio, … era un coche que te daba, tanto en carretera, como en pistas o situaciones de todoterreno, unas respuestas increíbles.

Con él, mi familia y yo disfrutamos de muchos viajes: por Marruecos, siempre recordaré su comportamiento seguro en aquel inmenso valle nevado donde no se veía la carretera; también por la Península, donde, entre otros viajes, hicimos uno sensacional hasta Asturias o el que hicimos al Parque de Monfragüe o al Parque Natural de Sierra Nevada, o a Grazalema, a la Sierra de Aracena, … Pero donde probablemente lo disfrutamos más fue en la Sierra de Cazorla. Incluso viví con él una inusitada nevada en Melilla…

No tuvo prácticamente un solo problema mecánico, su único pero, por poner alguno, era que tenía tres puertas. Y esta fue la causa de que con todo el dolor del mundo me desprendiera de él para comprar otro. Aún recuerdo cómo se me saltaron las lágrimas cuando lo entregué para llevarme el otro vehículo… Con él, dejé -dejamos- una parte muy bonita de nuestras vidas.

Pero necesitaba otro coche, un SUV más moderno y, sobre todo, con cinco puertas. Y esta vez lo tuve claro desde el principio que por la relación precio/calidad quería un KIA Sorento EX.

El Kia Sorento era un automóvil todoterreno de lujo del segmento D producido por el fabricante surcoreano Kia Motors desde mediados del año 2002. Es un cinco plazas con carrocería de cinco puertas. El Sorento de primera generación tenía motor delantero longitudinal, chasis de largueros y tracción trasera o a las cuatro ruedas. El motor Diésel era un 4 cilindros en línea de 2.5 litros DOHC 16 válvulas CRDI, inyección directa common-rail e intercooler, disponible con turbocompresor de geometría fija y 140 CV de potencia máxima.


El Sorento era un coche bonito, con unas líneas modernas muy espectaculares, cómodo y de una mecánica excelente. Con él vivimos años maravillosos de viajes, casi todos por la Península,con él pude pasear a mis padres y suegras con entera comodidad e incluso me los llevé a ellos a viajes por la Costa del Sol...También con él pasé momentos muy duros como los últimos meses de vida de mis padres o sus muertes… Siempre recordaré como la noche de velatorio de mi padre, al amanecer, me refugié del frío que hacía en el tanatorio en aquel coche… y sentí que era parte de mi hogar.

En los doce años que lo tuve no hubo una sola avería mecánica. Era también un coche grande donde todo cabía cuestión ésta que agradecíamos mucho en los viajes. Y precisamente sus dimensiones fueron lo que me hicieron pensar en cambiar de coche después de tantos años a plena satisfacción, era demasiado grande para mis necesidades y mis capacidades de conducción, tenía un morro delantero que no terminaba de verse al completo lo que me hizo darle algún rozón que otro en los garajes, era muy difícil encontrar una plaza en un aparcamiento público para sus dimensiones.

En la familia, hemos tenido, además, otros coches. Entre ellos destacaría los coches de mi mujer: un Daewoo Lanos, un Kia Ceed restaurado y heredado tras un accidente de mi hija, y actualmente un Citröen Xsara Picasso. 

Y llegamos al que será probablemente mi último coche, mi regalo por jubilación: un Suzuki Vitara Hybrid con tracción a las cuatro ruedas y ayudas a la conducción, un coche del siglo XXI. Con él ya he hecho varios viajes a plena satisfacción con un funcionamiento magnífico...pero esa es otra historia que aún está por escribir...


sábado, 3 de julio de 2021

VA POR VOSOTRAS, SEÑORAS.

Hace muchos años que aprendí que la vida es una escuela y que, en realidad, nosotros somos, todos los días, alumnos en ella … ¡¡ y pobre del que no aprenda !!

He de reconocer que la pandemia y mi posterior jubilación obligada han cambiado mi vida notablemente y he tenido – que remedio – que aportar y ayudar en las labores del hogar.

Esta experiencia, que me ha convertido en lo que yo denomino “empleado de hogar”, me ha hecho reconocer si cabe aún mas el valor de nuestras mujeres: de mis abuelas, de mi madre, mi mujer…

Pues aunque siempre había creído valorarlo nunca como hasta ahora he sido consciente de lo ingrato que es el trabajo en el hogar, lo agotador que puede ser y lo poco que se le reconoce.

Permítanme que les explique:

Tras una mañana peleándome con la cubertería, la cristalería, la vajilla, la cama y el salón, llega el momento de sacar al bendito de mi perrote. Y aquí quiero hacer un inciso para advertir que la peatonialización de determinadas calles si no va acompañada de una presencia policial importante con sanciones ejemplarizantes no sólo no sirve de nada sino que corres el peligro de ser atropellado por cualquier vehículo en las vías, supuestamente con preferencia para peatones, y en los paseos peatonales por esas “bombas volantes” que son los patinetes eléctricos y las bicicletas idem cuyos conductores entienden que las normas de circulación son exclusivamente para los vehículos a motor de cuatro ruedas. Pues bien, como decía, tras sacar al perrote me toca enfrentarme con ese pseudolaboratorio nuclear en el que la tecnología ha convertido lo que antaño eran unas sencillas cocinas.

Así, con más miedo que vergüenza y no sin haber revisado antes el programa que me han elaborado mi mujer y mi hija – mis amas – me dispongo a preparar el almuerzo del día dejando el móvil a mano por si tengo – que las tendré – alguna duda. Y llega ese momento en que una vez más soy consciente de que mis carreras universitarias y mi Academia militar no me han preparado para la vida y que aquí soy simplemente un pinche de cocina en prácticas … y de los malos.

Mi lucha en ese momento se convierte en una odisea para disponer de los alimentos, medir las cantidades que se necesitan, preparar de la vajilla ( y demás instrumental ), controlar de forma estricta los tiempos, coordinar mi trabajo y buscar la estética tanto en la presentación como en el gusto. A todo ello, unimos mi natural torpeza … y comprenderán que se me caigan las lágrimas. Porque además no hay día que no me equivoque en algo y si, por casualidad, algún día se me ocurre pensar “ hoy lo he logrado” ya están ahí las amas para señalarme el error o errores correspondientes.

No quiero dejar pasar este peor momento que es precisamente cuando todos nos sentamos a la mesa. Es ahí cuando mi mujer y mi hija se ponen a hablar de sus trabajos e ignoran totalmente – yo diría que ningunean – el mío. Y, en todo caso, si le prestan alguna atención es para indicarme, como ya señalé, los errores cometidos.

Entonces, sin que ellas lo sepan, recuerdo el trabajo en el hogar de mi abuela Vicenta, de mi madre y ¿cómo no? el de mi mujer. Y soy consciente de lo ingrato que fui con ellas, soy consciente de creerme que mi trabajo era mucho más importante que el suyo simplemente porque el mío era remunerado. Me arrepiento con todo el corazón de haber despreciado a veces sus comidas en las que ellas habían puesto toda su ilusión, me arrepiento de no haberme preocupado en preguntarles por cómo había sido su día, me arrepiento de tan pocas sonrisas y tantos enfados, me arrepiento de no haberlas ayudado en casi nada…

Os juro que he aprendido la lección y que si hay otra vida lo tendré muy en cuenta. Ahora dejadme que voy a fregar los platos e intentaré hacerlo con la mayor diligencia tal y como me ha enseñado mi hija.

A todas ellas, a todas esas mujeres que tanto fueron y son en mi vida, gracias y perdonad a este pobre ignorante.

miércoles, 16 de junio de 2021

GRACIAS, MUCHAS GRACIAS, MAGISTERIO

 

No quiero que esto sea una carta de despedida pero si de agradecimientos…porque hoy me despido de mi profesión de Maestro y Profesor y si todas las profesiones son importantes permítanme que la mía la considere, tal y como lo he hecho siempre, una profesión fundamental para todas las personas de una sociedad, para su presente pero, sobre todo, para su futuro. 

Hoy, a la vez que cumplo 65 años cierro, en contra de todo lo deseado y previsto, la puerta de mi aula…de mis aulas. Cierro una aventura que inicié hace la friolera de 41 años, 9 meses y 19 días. Cierro unas aulas en las que tuve la fortuna de trabajar para el futuro de mis niños y niñas, hombres y mujeres de hoy, muchos de los cuales me conceden el privilegio de honrarme con su amistad. Y las cierro con tristeza ...

Hoy, también cerraré la puerta de mi Colegio, mi querido Colegio Anselmo Pardo, un Colegio con el que soñé durante los tres años de la carrera cuando cogido de la mano de quien luego sería mi mujer veía construirlo mientras paseábamos. un Colegio que siempre sentí como algo mío, en el que se queda una importantísima parte de mi vida y en cuyas aulas y pasillos dejo muchas horas de trabajo, mucho esfuerzo, sacrificio, pero, sobre todo, ilusiones, esperanzas, alegrías y alguna que otra lágrima. También dejo el recuerdo imborrable de mi padre en forma de cuadro a Don Anselmo Pardo. Un Colegio en el que siempre intenté dar lo mejor de mí mismo para con mis alumnos y sus familias porque siempre sentí que ellos eran mis auténticos y verdaderos jefes.

Hoy, es un buen día para, una vez más en mi vida, dar las gracias:

A ese Cristo que me ha acompañado en todos los colegios y aulas donde he trabajado. Ese Cristo, siempre referencia, que en mis peores momentos sentía a mi lado y de mis niños.

A todos mis alumnos. Ellos tal vez no lo sepan pero me enseñaron y me dieron muchísimo más de lo que yo podía darles con mis modestas clases. Son lo que más voy a echar de menos, sus sonrisas, sus charlas, sus bromas, su magia, ... esos abrazos en el patio a la hora del recreo… ¡cuanto me han dado ! Y aunque a todos mis alumnos los quise mucho, he de reconocer que mis niños especiales fueron siempre para mí lo más grande. Y entregarme, formarme, investigar, estudiar, … para ellos, una auténtica pasión. También a sus padres y madres por la confianza que pusieron en mi trabajo con sus hijos y el reconocimiento que tantas veces me mostraron.

A mis maestros de las Academias Cervantes y San Juan Bosco que siempre fueron para mí un referente y un ejemplo al que intentar imitar: Don Enrique, Don Adriano, Don Francisco, Don José Boj, Don José Luis, ...

A mis compañeros maestros, a esos que me hicieron sentir el Magisterio: a Manuel Ruiz Doña, a José Ángel Fernández Peña, a Paco Moreno, a mi entrañable Manuel Domínguez Oncins, a Gonzalo Hoyo, a Quino Moreno, a Hiscio Capilla, a Lolita Bartolomé, a Paquita Lence, a Paco Rico, a Manuel González, a María Pérez, a mi querida Maribel Cano, a mi buen amigo y compañero Javier González... sin olvidarme de Cristóbal Rosado al que he explicado muchas veces que fue el origen de que yo estudiara Magisterio. Gente muy grande que siempre engrandecieron esta bendita profesión. 

A los conserjes - gracias siempre a Valentín y a José Luis- a auxiliares – eres grande Vicky-,  señoras de la limpieza, ... las personas más importantes e imprescindibles en un colegio cuyo labor es tan pocas veces apreciada.

Y, sobre todo, a mi familia, por todo el tiempo que les robé entregado a mi trabajo y porque en los momentos más difíciles nunca me fallaron y siempre estuvieron a mi lado animándome y subiéndome la autoestima.


Cuando uno siente esta profesión como yo la siento, da para muchos agradecimientos, agradecimientos que seguramente me dejaré alguno entre las teclas pues aunque mi corazón si lo recuerde, mi mente ya empieza a navegar por mares desconocidos.
 
Hoy, dejo de ser maestro… y paso a ser un humilde jubilado,... aunque pensándolo bien nunca podré dejar de ser lo que fui, soy y... seré.

Que el Dios de todos os bendiga y os guie iluminando vuestros caminos.

Amén.

19 de junio de 2021

domingo, 28 de marzo de 2021

AQUEL DOMINGO DE RAMOS

 


Otro Domingo de Ramos en que nada será igual… Otro Domingo de Ramos en el que no veré a La Pollinica… Otro Domingo de Ramos en el que me tendré que conformar con los recuerdos, como tantas ocasiones en este último año de pandemia.
Siempre tengo en el recuerdo de cuando era un niño y desde la triste azotea del edificio en que mi madre era portera veíamos pasar a los alumnos de La Salle vestidos de egipcios y con aquellas palmas trenzadas… Como me hubiera gustado ir con ellos… Recuerdo a mi madre con aquella fe infinita mirando La Pollinica que por entonces era más pequeña… Otros Domingos de Ramos.

Y, sin embargo, para mí habrá un Domingo de Ramos muy especial.

Aquella mañana salió un domingo primaveral, lleno de luz, con una temperatura ideal. Nos vestimos de gala y recogimos a los abuelos para llevarlos a ver La Pollínica y luego almorzar en un restaurante que habíamos reservado. Dimos un amplio paseo por el parque Hernández mientras esperábamos y saludamos a muchos amigos que se alegraban de vernos. En su momento, cuando ya se oían los tambores de guerra del Tercio Gran Capitán I de La Legión ocupamos un sitio a la sombra pues el sol calentaba ya avisando del verano…

Y empezó la procesión con sus penitentes, cofrades, palmas, … y los legionarios cantando el Novio de la Muerte.

Noté como mi padre se emocionaba y me preguntó:

-¿Ahora me quito la gorra, verdad? - señalándose la gorra de visera que le habíamos puesto.

-Sí tu quieres, sí, padre – Le dije sorprendido pues por entonces el Alzheimer lo tenía muy afectado y apenas si hablaba.

Pasaba el trono de La Pollinica ante nosotros, … muchos entonábamos el Novio de la Muerte… La escena era muy emocionante.

Y entonces mi padre, se levantó de su silla de ruedas y se descubrió ante el Cristo entrando en Jerusalen…

Mi padre no era creyente…pero siempre fue un hombre bueno. Necesito y quiero creer que hoy, Domingo de Ramos, junto a mi madre estará viéndonos desde el Cielo... y me recuerda que ante Cristo hay que descubrirse.

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA INMENSA MIRADA DE BRUS

 

Demasiadas veces este de por sí trágico año hemos sentido que las palabras de Cantores de Híspalis 

Algo se muere en el alma 

cuando un amigo se va 

eran una triste realidad. Hoy es uno de esos días. Hoy se nos va uno de los amigos más leales, fieles y cariñosos que hemos tenido. Se llamaba Brus y aunque tenía cuatro patas tenía un alma limpia que ya quisieran para sí muchos de esos inhumanos que se autotitulan personas. 

Llegó Brus a casa de mi hijo como un regalo de Reyes y ni nos imaginábamos  que  él nos iba a regalar a todos nosotros mucho más. Nos regaló una compañía comprensiva y silenciosa que escuchaba nuestras palabras con total atención. Nos regaló su calor cuando los días, por una u otra razón, eran más fríos. Nos regaló sus gracias cuando los días fueron tristes. Pero sobre todo nos regaló siempre un inmenso cariño por todos nosotros, un cariño sincero y generoso donde los hubiera. 

Siempre recordaré la primera vez que lo vi, sería por el mes de enero y apenas si era más grande que la palma de mi mano… pero con dos grandes orejotas. Aún recuerdo sus carreras de bienvenida por todo el parquet de la casa de mi hijo y el ruido tan característico de sus pezuñas sobre él. Me parece estar viéndolo, subido en el sofá, mirando por la ventana con toda la curiosidad de quien acaba de conocer el mundo y la vida. 



Cuando ya le habíamos cogido cariño, siendo todavía un bebé, se puso muy malito y el veterinario no le dio a mi hijo y a mi nuera apenas esperanzas, incluso les habló de darles otro perrito. Pero Brus nos iba demostrar muy pronto que era un luchador y que no se rendía ante nada… y con la ayuda del veterinario, el cariño de mis hijos y algo más … salió adelante. 

Me parece estar viéndolo, cuando al año siguiente, siendo uno de los bulldog francés más bonitos que he visto, lo trajo mi hijo en avión a Melilla… pobrecito que mal lo pasó. En lo de los vuelos se parecía a mí que por muchas horas de avión que lleve todavía no he hecho un vuelo tranquilo. Tan mal lo pasó que nada más llegar a casa lo tuvimos que llevar al veterinario. Pero muy pronto se puso bien, entre otras cosas porque a un servidor siempre “se le caía algo” de aquel jamón ibérico que consumimos aquellas navidades y que lo hizo desde aquellas fechas convertirse en un inseparable mío siempre que hubiera comida por medio. De hecho, no recuerdo ninguna comida o cena familiar fuera donde fuese, en que al mirar entre mis piernas no estuviese allí con su mirada pidiéndome algo para comer. 

Recuerdo también mis viajes al Puerto de Santamaría, donde se lo habían llevado mi hijo y mi nuera por su trabajo en la UCA. Mis paseos con él por aquella inmensa y entonces desértica playa de Valdelagrana o por los Toruños donde un día intentó cazar un conejo con poco éxito según nos contó mi hijo. En aquella playa se hizo mi hijo una foto con él mostrándole el mar que pocas cosas más entrañables y bonitas he visto sobre lo que es una amistad verdadera. Luego también lo visité en aquel precioso adosado de Puerto Real donde creo que fue profundamente feliz. 



Me llevaré siempre conmigo su mirada… ¿se han fijado en la profunda y expresiva mirada de un perro?¿han intentado comprender todo lo que hay en esa mirada…? Hay que tener algo muy podrido dentro para ser capaz de maltratar a un perrote que te mira. Recordaré ¿cómo no? cuando intuía que lo íbamos a dejar solo en casa, su triste mirada desde su camita cuando comprendía que aquello no tenía remedio. Pero, sobre todo, recordaré su inmensa alegría cuando volvíamos a casa, la explosiva bienvenida a todos , el cariño inmenso, … Bienvenida que igualmente siempre nos reservaba cuando en cualquier viaje lo visitábamos hubiese pasado el tiempo que hubiese pasado. 

Siempre le agradeceré el calor y la compañía que mi hizo aquella noche toledana en que una cena en no muy buen estado me tuvo vomitando tantas horas. Recuerdo su calor bien pegado a mí cuando me sentaba en el sofá con unas nauseas enormes, lo recuerdo a mi lado junto a la cama cuando me iba a ella… Siempre te lo agradeceré amigo Brus. 

Cómo no voy a recordarlo subiendo las escaleras con una agilidad portentosa que mi dolorida espalda envidiaba. Cómo no voy a recordarlo recorriendo periódicamente por las noches todas las habitaciones - “pasando revista por si falta alguno”, decía mi hijo – o su despertar inmediato si te levantabas para algo. Siempre alerta, siempre dispuesto a defender a los suyos y, sin embargo, siempre amable y juguetón con cualquier visita o amigos. Ni les cuento si era un niño, ...no he visto a Brus más feliz que jugando con un niño, es más, eran dos niños. 

Y éste anodino y triste verano se nos puso muy malito y la veterinaria nos dio un fatal diagnóstico de tumores… Y ahora, permítanme que me sienta orgulloso de mi hijo y mi nuera pues demostrando su inmensa humanidad, su gran cariño y lo grandísimas personas que son, cuidaron de Brus, lo llenaron de mimos, alegrías, chuches, sacrificaron su ocio, le dedicaron todo el tiempo posible, hicieron su vida lo más feliz posible… No me pregunten cómo pero lograron combinar sus obligaciones laborales para no dejarlo nunca solo, siempre atentos a cualquier necesidad del perrote… 

Poco a poco la salud de Brus fue a peor. Las complicaciones eran más evidentes y su estado lamentable pero aún así siguieron cuidándolo, acompañándolo.  Hasta ayer, que la veterinaria  les dijo que tal y como estaba iba a empezar a sufrir mucho. 

Hoy, casi a la vez que escribo estas dolorosas líneas, agotadas todas las posibilidades, lo van a sacrificar para que no tenga el más mínimo sufrimiento. Mi hijo y mi nuera lo acompañarán hasta el último minuto. Nosotros, en la distancia,  tenemos el corazón encogido por la pena...  

Llegados aquí quisiera tener la fe de mi madre en el Sagrado Corazón, en la Virgen del Pilar, …o en mi admirado San Francisco de Asís, patrón de los animales,  y creerme la promesa de los Evangelios “...Yo soy la resurrección y la vida, aquel que crea y viva en mí no morirá para siempre…”para tener el consuelo de que los abuelos lo estarán esperando en el Cielo con una gran fiesta de bienvenida, … la mejor, la que nuestro amigo Brus, una persona de cuatro patas, se merece y se ha ganado por habernos regalado sus once años de vida.

 Gracias Brus, gracias amigo, muchas gracias por todo.

lunes, 17 de agosto de 2020

NI RACISTA NI FASCISTA...

 

Queridos hijos: 

En los últimos tiempos, es cada vez más frecuente que cualquier opinión o pensamiento que no esté acorde con los parámetros de lo políticamente correcto impuesto por la progresía política y mediática sea calificado inmisericordemente de fascista o racista. Y así me he visto insultado alguna vez que otra en las redes sociales simplemente por intentar manifestar mi pensamiento de forma libre y espontánea como siempre luché, lucho y lucharé porque todos podamos hacer. Dicho sea de paso  me importan bien poco esos insultos o calificativos pues siempre han venido de gente vehemente e indocumentada con un sectarismo extremo que no sé de dónde han sacado, pero ahí están. 

No obstante, comprenderéis que cuando esos calificativos vienen de mis hijos, esta vez de mi hija y de una forma vehemente, si que me sienta dolido… muy dolido, injustamente dolido. 

Como con los años cada vez más “soy de gas-oil” y reacciono tarde, he estado toda la noche dándole vueltas al asunto y sabiendo que por motivos que siempre se me han escapado rara vez podemos mantener una conversación sin terminar por enfrentarnos he decidido, como ya hice en otras ocasiones, decantarme por el género epistolar para dejaros claras A VOSOTROS varias cosas importantes para mí. 

¿Por qué me llamáis racista…? Y lo primero que hago es buscar en la R.A.E. el significado de racismo que tiene dos acepciones pero que la fundamental es la primera que dice así “Ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla aislada o separada del resto dentro de una comunidad o un país.”. Ahora si os parece me voy a poner delante de un espejo para juzgarme a mí mismo. “Superioridad de una raza…” ¿He hablado alguna vez de que alguna raza sea superior a otra… me habéis escuchado decir que los blancos son mejores que los negros…? ¿Os he intentado inculcar esta ideología de superioridad? Nunca, nunca me habéis oído algo parecido y sin embargo si me habéis oído admirar a gente de muy diferentes razas y mostrároslos como ejemplos ¿Soy racista porque veo un peligro inmenso en el yihadismo, ...soy racista porque quiero que se impida la inmigración irregular… ?¿Soy racista porque quiero que los africanos busquen y tengan un futuro en África y no en Europa? ¿Soy racista porque creo que los medios se hacen eco de la violencia de los blancos con los de otras razas pero jamás lo hacen de los de otras razas con los blancos o los de razas o creencias distintas…? ¿Soy racista porque la violencia, el desprecio, la injusticia … la veo como violencia, desprecio, injusticia… y me da exactamente igual quien las hace? ¿Soy racista si como Samuel Huntntong en su libro El Choque de Civilizaciones opino que no estamos sabiendo defender la civilización occidental o judeocristiana que ha sido el modelo donde todas las razas han podido alcanzar sus mayores cotas de libertades, derechos, bienestar y democracia y que actualmente está siendo atacada por otras civilizaciones con las que nada apunta vayamos a vivir mejor? ...Y una última pregunta ¿me habéis visto en alguna ocasión ser racista con alguien ? Pocas personas sensatas, documentadas, razonables y objetivas me llamarían racista por ello… vosotros sí. 

¿Por qué me llamáis fascista…? Precisamente a mí que viví un tercio de mi vida bajo un fascismo y que, esto al menos no me lo negaréis, estuve ahí luchando en la Transición por traer la Democracia en la que vosotros os habéis criado. Vuelvo al diccionario de la R.A.E. y leo que la palabra fascismo tiene tres acepciones: 
  1. Movimiento político y social de carácter totalitario y nacionalista fundado en Italia por Benito Mussolini después de la primera guerra mundial. 
  2. Doctrina de carácter totalitario y nacionalista de este movimiento y otros similares en otros países. 
  3. Régimen político totalitario. 
¿Alguna vez me habéis escuchado alabar algo de algún régimen totalitario… ? En todo caso siempre habéis escuchado hablar de las miserias, injusticias, … del régimen de Franco porque yo, por si aún nos habéis enterado, malviví bajo un régimen fascista y sufrí sus consecuencias con los más débiles ¿ Soy fascista porque soy patriota, porque amo a mi patria, porque honro su bandera, porque amo a España sin que ello me impida reconocer sus grandezas y errores…?¿ Soy fascista porque defiendo los valores de patriotismo, lealtad, sacrificio, orden, organización, … que aprendí en las Fuerzas Armadas? ¿Soy fascista porque no quiero que España se rompa y porque además estoy convencido que eso sería muy malo para todos? ¿Soy fascista porque cuando de forma torticera compruebo que alguno quiere cargarse una Constitución que nos hemos dado todos entiendo que sean las FFAA las que tienen que defenderla en último lugar ( art. 8.1 de la Constitución) ¿ Soy fascista por ser español y europeista ? ¿ Soy fascista si me emociono con sus gentes, sus costumbres o su música ?¿ Soy fascista porque no creo acertada la legislación sobre violencia de género y creo que la violencia no tiene nombre y que ha de combatirse y castigarse objetiva y ejemplarmente? ( os recuerdo lo que pienso se debía hacer con los violadores o los que valiendo de su fuerza golpean o matan a otros) ¿O simplemente soy fascista porque cualquier forma de totalitarismo me tendrá siempre enfrente, incluidos por supuesto, los totalitarismos socialistas o neocomunistas actuales? Creo honradamente que pocas personas sensatas, documentadas, razonables y objetivas se atreverían a llamarme fascista… vosotros sí. 

Y es una pena, y me siento fracasado porque me veáis como no creo ser… Que mal he debido hacerlo como padre para que me veáis así y aquí si que entono mi mea culpa y me lo llevo como penitencia para cuando tenga que rendir cuentas. Espero que Él sea más misericordioso  y comprensivo que vosotros. 




jueves, 13 de agosto de 2020

AGOSTO, 13 POR MÁS SEÑAS...


Mañana, hará 43 años que le pedí a la mujer de mi vida que caminásemos juntos …...y me dijo que sí.....

Mañana volveré a amanecer con ella ….. sabiendo que cada amanecer a su lado es un regalo que la vida me da....

Mañana una mirada, una sonrisa, un beso, un abrazo ... me dará lo que nadie es capaz de darme ….

Mañana agradeceré tus lágrimas cuando me acerqué al abismo....y tu sonrisa que ilumina mis caminos...

Mañana levantaré una copa, brindaré por ti.... por todo lo que me has dado, me das, me vas a dar....

Mañana y pasado y siempre que podamos bailaré contigo esas bachatas de Pablo Alborán que tanto nos gustan.....

Mañana pediré a Dios más mañanas para estar a tu lado...

Mañana, siempre, ...eres tú.




VERANO DEL 72.

 



“...Si tuviera que volver a comenzar mi vida, intentaría encontrarte mucho antes…” 

El Principito. 




Aquel fue el verano de mi vida… 

Acababa de cumplir 15 años y yo por entonces que era un tipo más feo y desgarbado que ahora, me había enamorado de una chica que acababa de volver de París… 

Había feria en el barrio y ella estaba preciosa con aquel vestido naranja y marrón. Bajo las luces de la feria, sus ojos verdes relucían de una manera especial aquella noche de agosto. La canción del verano aquel año era “Amor, amar” de Camilo Sesto, una de cuyas estrofas decía: 

“... tendré un mañana, para volar…” 

Y eso hice yo: volar. Con más timidez que otra cosa la llevé a un aparte y con lo creativo que soy con el lenguaje sólo supe que decirle: 

-¿Quieres salir conmigo…? 

Cuando me contestó que sí con esa sonrisa maravillosa, un estallido de fuegos artificiales iluminó mi vida y, como en la canción, empecé a volar hacia el mañana…A volar siempre a su lado. Aquel día la vida me regaló lo mejor... 


Luego llegó el amor, infinito, inmenso, eterno… El no saber vivir el uno sin el otro...el buscarnos a cada rato, el llorar y reír siempre juntos, el soñar y vivir, ...y, sobre todo, el unir nuestras almas en una sola. 

Y aquí estamos 48 años después viviendo juntos estos momentos tan difíciles en los que con toda humildad vuelvo a pedir al Dios de todos que sigamos juntos bastantes años más, aún nos quedan sueños y cosas buenas por hacer y venir.

 Amén.

miércoles, 24 de junio de 2020

MIS TESOROS

A raíz de cierto programa de Carlos Herrera donde se preguntaba ¿ qué tenían de valor en sus casas ? me plantee esa pregunta pregunta a mí mismo, llegando a la conclusión de las numerosas cosas que tengo en casa que bajo ningún concepto desearía perder y que incluso agradecería conservaran mis descendientes... 

Y no, no voy a mencionar la figura de Lladró o el original de Mingote numerado y clasificado, esas cosas al fin y a la postre tienen un valor tasado y yo voy a escribir sobre las cosas que para mí tienen un valor incalculable. 

Empiezo con una modestísima azada que se construyó mi abuelo Manuel siendo muy niño para poder trabajar en el campo. Azada que me trae recuerdos de mis orígenes de gente humilde, herreros y campesinos, gente luchadora, recios aragoneses que jamás se rindieron ante nada. Instrumento que me hace pensar que yo, con todas mis carreras universitarias, no sería capaz de hace algo así... pero que gracias al que la construyó y la usó pude estudiar y llegar a ser lo que soy. 



Continúo con una auténtica obra de arte que hizo mi padre, otro Manuel, heredero sin duda de las cualidades de mi abuelo. Se trata de una reproducción de una de las vagonetas de los trenes de la CEMR que traían al puerto de Melilla aquel preciado mineral de hierro de las minas de Uixan. A la vagoneta no le falta un detalle y puede bascular exactamente igual que lo hacían las reales. No sé como resolvió, o sí lo sé porque mi padre era un auténtico genio, el problema de las proporciones pero doy fe de que son absolutamente las exactas. Guardo esa vagoneta muy cerca de la tésis doctoral internacional de mi propio hijo, el último Manuel de la familia, como un referente de lo mucho que le debemos a quienes nos precedieron y del ejemplo tan extraordinario que los abuelos fueron en nuestras vidas. 




Cuando mi madre murió, llegó el momento, dolorosísimo momento, en que de manera ejemplar y generosa tuvimos que repartirnos entre su familia sus posesiones más privadas: joyas, recuerdos, ... Personalmente, y al ser e primogénito de la familia, me correspondió por acuerdo unánime ser el primero en pedir. Pedí un humilde rosario de madera que yo mismo le había regalado donde todavía cuando lo huelo percibo aquel perfume tan particular de mi madre. Se trata , pues, de una pieza aprecidísima para mí que no deja nunca de despertarme especiales sentimientos y que de alguna forma mantiene a mi madre a mi lado. 



Termino con un anillo, un anillo de oro pero que bien podría ser de acero. Un anillo que lleva el escudo de mi familia, los Fernández, un escudo que representa un león bajo un roble dándole un zarpazo a un lobo. Me lo regaló mi mujer y me gustaría que siempre lo llevara alguno de la familia, para que nunca olvidara lo que fuimos, lo que somos y lo que debemos ser.




Tengo muchas cosas más, tantos objetos que me recuerdan momentos, lugares, ... mi vida, en definitiva que para mí tienen el mismo o más valor que la mayor de las obras de arte del autor más valorado...


Y les juro que como lo cuento lo siento...

lunes, 8 de junio de 2020

NUNCA MÁS, NUNCA MÁS,...



A mi abuela, Vicenta Gimeno Lahoz
A mi padre, Manuel Fernández Gimeno



No podría decir cuantas veces oí contar estas historias a mis padres y, sobre todo, a mis abuelos. Siempre lo hacían de manera trascendente con pena y dolor en sus ojos, en sus gestos, en sus voces… pero nunca con odio y hago especial hincapié en esto último porque por si sólo justifica todo lo que me enseñaron.

Mi abuela Vicenta era una recia maña de Belchite donde vivía su familia, entre ellas su hermana María. Cuando llega el 18 de julio de 1936 mi abuela ya vivía de casada en Zaragoza donde había formado su propia familia. Zaragoza por las razones que sea quedó incorporada a la zona Nacional mientras que Belchite se va a convertir en una moneda de cambio donde entraban masacrando por la izquierda, salían masacrando por la derecha y vuelta a empezar.

Su hermana María era la clásica mujer de pueblo, muy católica practicante con una enorme devoción por la Virgen del Pilar, sin ideología política ni compromiso alguno más allá de su familia y su gente … Cuando se desatan todos los odios de la Guerra Civil, María es acusada de un gran delito: “… estar casada con Vicente, un líder republicano en el pueblo…”. Por esta incomprensible razón es detenida apenas empezada la Guerra Civil y trasladada a la prisión de Zaragoza.

Durante seis largos meses, mi abuela Vicenta iba cada mañana a la puerta de la prisión de Zaragoza con una cesta con alimentos para su hermana, cesta que allí dejaba con una nota con su nombre para que se la hiciesen llegar. Jamás la dejaron verla…


Un día de Navidad, unos soldados de la guardia se apiadaron de mi abuela y con tristeza le comentaron:

- Señora, no traiga Vd. más comida que a su hermana la fusilaron el otro día…

Al tremendo dolor del fusilamiento de su hermana, una mujer inocente, la familia unió el detalle de que María Gimeno Lahoz ¡¡ estaba en avanzado estado de gestación !! 

Por mucho que indago la familia a través de conocidos afectos al levantamiento nunca consiguieron saber dónde la habían enterrado aunque ello no fue impedimento para que mi abuela Vicenta visitase las fosas comunes del cementerio de Zaragoza y pusiese flores en ellas como consuelo. En ello estaba cierto día, cuando un matrimonio vestido elegantemente se acercó a ella y le preguntó:

-Disculpe, ¿es Vd. familia de María Gimeno Lahoz?…

-Sí, era mi hermana…

-¿Y Vd., señora,  no sabe dónde está enterrada, verdad?

-Desgraciadamente no.


-Su hermana y mi hija se hicieron buenas amigas en la prisión. Las fusilaron el mismo día y sé que mi hija está enterrada en esa fosa común por lo tanto su hermana también debe estar ahí…



Tal como la cuento, repito, la escuché de boca de mi familia esta terrible historia, dándose el caso de que cuando mi padre cayó con el Alzheimer y sus recuerdos flaqueaban por todas partes, lo ocurrido con su tía se convirtió en una obsesión que usábamos ocasionalmente para traerlo otra vez “al mundo real”. 

Ochenta y cuatro años después, a través de la redes sociales, una amiga me manda por otras cuestiones un enlace donde aparecen todos los fusilados durante aquella contienda civil. Unos años atrás, ya había encontrado por mi cuenta un enlace parecido pero no figuraba nada sobre mi tía abuela. Pero esta vez iba a tener más suerte: en la página https://15mpedia.org/ encontré una clasificación por ciudades y al entrar en Zaragoza me llevé la inmensa alegría de encontrar a María Gimeno Lahoz, fusilada el 19 de diciembre de 1936… 

Completé como mejor pude todos los datos que me solicitaba la mencionada web y me alegró infinito saber que el 27 de octubre de 2010 se inauguró un memorial a las víctimas del franquismo en el Cementerio de Torrero de Zaragoza. El monumento contiene 3.543 placas con los nombres de los republicanos fusilados (salvo 607 que no han podido ser identificados).




Por fin, mi familia tenía una mínima referencia para aquella ignominia. Una ignomia de tantas en una maldita Guerra en la que hubo asesinos de un bando y asesinos del otro...

Y ahí dejo esta triste e injusta historia de aquella maldita Guerra Civil que mi familia cuando hablaba de ella siempre terminaba diciendo cual letanía “NUNCA MÁS, NUNCA MÁS,…”. Y así lo aprendimos sus descendientes porque ellos nos lo enseñaron ... Y la memoria, siempre merece respeto.

domingo, 3 de mayo de 2020

ENSEÑANZA DE UNAS VACACIONES QUE NUNCA FUERON.

El barco apenas se ha movido… Y a mí mujer le hubiera dado lo mismo porque la Biodramina la ha hecho dormir como un tronco. Yo me estoy haciendo viejo porque los malditos colchones y almohadas de Trasmediterránea no me han dejado pegar ojo… 

Hemos llegado a puerto a la hora prevista y tras los farragosos trámites y colas para desembarcar salimos del puerto hacia una Málaga que ve las primeras luces del día. Aparco en el parking de La Marina, el aparcamiento más caro de España según mis compañeros de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Logopedas de Andalucía… A esta hora, el parking está casi desierto y me permito hasta elegir sitio. Salimos por esa rampa peatonal “tan curiosa” a Alameda-Calle Larios, hace frío, parece que la primavera este año se resiste a llegar , además ha vuelto el levante… Como dos novios, mi mujer y yo, paseamos por Larios y alrededores,es temprano y aún quedan unos minutos para que Casa Aranda, una de las churrerías más famosas de Málaga, termine por abrir sus puertas. Me paso por “El sanatorio estilográfico” para ver el escaparate, en unos días vendré a comprar algo, … me encanta esta tienda por su originalidad, su atención y sus productos. A pesar del día gris, Málaga huele ya a Semana Santa... 

Llegamos a Casa Aranda cuando otros melilleros ya han ocupado algunas mesas. Mi mujer siempre se asombra de los churros que me voy a comer… y me recuerda que estoy a régimen – régimen… en vacaciones… - Tras despedirnos de los melilleros volvemos al parking, comprobamos que por menos de una hora nos cobran, casi 5€ y cogemos el coche camino de nuestra casita en Cártama. Comparado con otras horas casi no hay apenas coches y puedo conducir relajado mientras mi mujer y yo hablamos de lo que vamos a hacer o de buenos recuerdos de otros viajes, algunos tal vez no tan buenos… 

En apenas quince minutos estoy abriendo la puerta del garaje de la urbanización Cruz de Melilla en Cártama. Gracias a Dios no está mi vecino, porque esta manía de hacer las plazas de garaje tan justas y de tener un 4x4 no casan muy bien. Me tengo que comprar otro coche más pequeño. Sacamos las maletas y subimos a nuestra casita con muchas ilusiones. Abrimos la puerta y desconectamos la alarma, abrimos puertas y salones para que la casa se ventile… Mi mujer ya empieza a limpiar cosas … Antes de que se líe del todo le recomiendo que nos vayamos al Mercadona a comprar cosas pues vamos a estar dos semanas por aquí y nos gusta mucho comer o cenar con nuestro hijo y nuera en la terraza grande. Ni os cuento el placer extraordinario que es desayunar en la terraza pequeña con una extraordinaria vista del valle del Guadalhorce. 

Llenamos un carrito y más en el Mercadona y a la vuelta empezamos a colocar todo en casa. Luego desharemos las maletas y en dos o tres horas la casa estará a punto de revista y operativa al  100%. Como último detalle colgaré mi bandera, mi metopa y otros cuadros en la terraza grande. Hay que dejar constancia de quien vive allí... 

Cansados por el trabajo pero con alegría vacacional vamos a despertar a mi hijo que en estos días de vacaciones presumimos estará todavía durmiendo. Nos equivocamos, nos dice que lleva despierto desde las ocho y media … que se está haciendo viejo y no necesita dormir tanto. Yo debo estar joven porque mientras mi mujer charla con él – que ganas tenía de ver a su hijo – yo me pego una cabezadita en su magnífico sofá junto a Brus, su bulldog que el pobre está viejecillo . 

Luego deberían haber venido las comidas en restaurantes, las compras, las visitas a lugares con encanto, los bailes, … y hasta teníamos que haber cogido el AVE para ir a Madrid a ver el espectáculo de El Rey León… 

Tantas vivencias, tantos sueños, tantos sentimientos y emociones que el maldito virus chino se ha llevado… 

Aunque, con el corazón en el teclado, no me quejo de nada. 

Hemos tenido la inmensa suerte de que no nos afectase a ninguno de la familia, de momento vamos sobreviviendo y mi experiencia de convivencia con mi mujer y mi hija me está permitiendo valorar tantas y tantas cosas aparentemente pequeñas de la vida que valen su peso en oro, cosas sencillas, cosas que ignoramos … pero que enriquecen nuestra vida muchísimo más que cualquier valor material. 

Así he valorado que me limpien los platos y la vajilla, que me limpien la casa o que me hagan la cama… porque ahora sé el esfuerzo que cuesta hacerlo... 

He valorado, aún más si cabe, el cariño y la entrega de mi mujer con los suyos y su capacidad casi milagrosa para convertir cuatro paredes o cualquier instante en un hogar… 

He valorado y admirado el coraje y la dedicación con que mis hijos y mi hermano se entregan a su trabajo. 

He valorado la ausencia de los abrazos que no he podido dar... y las de los que he dado… 

He valorado que importante es la gente buena que te rodea y como echas de menos las charlas intrascendentes, el humor, las risas, los saludos … 

He valorado lo importante que son los recuerdos. Los buenos para disfrutarlos viendo fotos o imaginando que los vives otra vez. Los malos para aprender de ellos y no volver jamás a cometerlos… 

He valorado mi trabajo y a mis niños. Con decir que he echado muchísimo de menos mis bromas y mis charlillas con los pequeñajos en esas guardias de recreo… 

He valorado que los paseos por las calles son mucho más que un paseo, que si sabes aprovecharlo son también sensaciones, emociones, experiencias, … 

He valorado el tener perrote. Y es que, además de la atención y distracción que supone atender sus necesidades, la compañía que nos hace y sus estampas de humor o sus “capacidades gastronómicas” nos han hecho pasar muy buenos ratos. De hecho, yo creo que es el que mejor lo ha pasado de todos nosotros pues nunca ha estado solo en casa que es lo que menos le gusta. 

He valorado mi casa, lo importante que fue comprar esta casa con su gran terraza y sus excelentes vistas. No se cuantas veces he dado gracias a Dios por habernos venido a vivir a ella. Hemos sido unos privilegiados. 

… … … 

En definitiva, he valorado la vida… y sigo pidiendo al Dios de todos que aún me deje disfrutarla en compañía de los míos unos años más pudiendo aportar a los demás mis consejos, mis conocimientos, mis ideas o mis experiencias. 





lunes, 20 de abril de 2020

MI OPINIÓN...


Me gusta ser puntual, … exageradamente puntual. 

Sé que esto en la sociedad informal en que vivimos, donde lo “progre” es no aceptar ninguna norma, puede parecer de viejos o incluso de “facha” porque hoy cualquier cosa que vaya contra el pensamiento único de lo que se ha dado en llamar progresía es, antes que cualquier otra cosa, facha, fascista,… franquista, … en fin. 

Pero un servidor tuvo la inmensa fortuna de tener unos padres que creían en valores como la educación, el respeto, la amabilidad o la cordialidad e hizo el bachiller antiguo, el de siete cursos y dos reválidas, donde estas cosas se valoraban y se exigían al máximo. Si como decía Ortega “Yo soy yo y mis circunstancias” ( o ya puestos, como dice mi amigo el Dr. Sancho Miñano “Ca uno es cauno … y sus caunas “) pues todo ello me hizo ser en esta vida, entre otras muchas cosas, muy puntual. 

Tal vez por ello soy de los que a las 8:30 ya está en la puerta del colegio. Y mientras espero, incluso yendo de camino, me encanta escuchar la radio. Personalmente llevo años siendo un “fósforo” de ese genio de la comunicación que es Carlos Herrera. Primero lo seguía en Onda Cero y ahora en la Cope … y a esto último me quiero referir hoy con estas torpes palabras. 

Tras sufrir en mi infancia, adolescencia y una parte de mi juventud los coletazos de un régimen dictatorial, la falta de libertades, el miedo a la represión, la injusticia social, … llego ahora a lo que debería haber sido una cercana y plácida jubilación donde recoger el fruto de una vida de trabajo … y me encuentro con una de las peores circunstancias que nos ha tocado vivir y no lo digo sólo por el maldito virus chino, que también, sino por la autocensura que nos estamos imponiendo precisamente cuando jamás hemos tenido tantos medios para poder expresarnos. Pues, como decía, un servidor oye a Carlos Herrera en la Cope y ... para que lo digo. En cuanto lo expreso me saltan enseguida varios amigos, familiares e incluso gente que apenas si conozco a increparme con mejores o peores palabras, a criticarme o a calificarme y no precisamente bien. Y me duele… 

Si, me duele, porque hemos perdido cualquier referencia de que la Democracia significa más que cualquier otra cosa que no hay un pensamiento único; que cualquier idea siempre que se manifieste con respeto y en ausencia de violencia puede ser expuesta y debatida; que sobre cualquier ideología ha de primar el sentido común y el bien de todos; que no hay nadie en posesión de una verdad absoluta y que sólo con el compromiso, los acuerdos, el trabajo en común y en libertad saldremos todos adelante. 

Por si no fuera bastante triste estar aquí confinado cuando lo que más me pide el cuerpo a mi edad es oler, ver, abrazar, acompañar, brindar, ver, sonreir, … sentir tantas y tantas cosas buenas de la vida con la gente que quieres y te quiere… te encuentras que esa misma gente es incapaz de admitir tu opinión, tus ideas, tus palabras, … y a la más mínima te acusan, te señalan con el dedo…muchas veces hasta con el desprecio de quien se siente infinitamente superior a ti. 

Llega uno a unas edades, como decía mi suegro Paco Navas con gran sabiduría, que lo menos que puede esperar es que le escuchen y que le escuchen bien, porque no sólo hablan los estudios, las competencias académicas o profesionales, hablan también las experiencias de una vida intensa donde lo que más he aprendido es que nunca termina uno de aprender. 

En 1978, acabábamos de aprobar la Constitución, un compañero de la Academia militar, tal vez uno de los tipos más cultos que he conocido, escribió en una foto de despedida en la que todos expresamos nuestros mejores deseos para los demás: “Intellectus et tolerantia et optima virtutum” (Comprensión y tolerancia, las mejores virtudes). En aquellos momentos no entendí lo que mi compañero César, que así se llamaba, había querido decir, ...hoy lo veo con claridad cristalina…

domingo, 12 de abril de 2020

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

"Yo soy la resurrección y la vida; 
el que cree en mí,
 aunque muera, vivirá, 
y todo el que vive y cree en mí,
 no morirá jamás"
JUAN 11:25


En esta Semana Santa que hoy termina, una Semana Santa que nunca imaginé tener que vivir en las tristes circunstancias actuales, me vienen tantos y tantos recuerdos reconfortantes de otros tiempos que quisiera de alguna manera plasmarlos por escrito para que nunca me olvide de ellos. 





Recuerdo la noche del Sábado de Gloria cuando los chicos salían a la calle arrastrando latas y yo los miraba desde mi azotea junto a mis padres ¡Cuanto me hubiera gustado salir con ellos y hacer lo mismo ! Aún recuerdo que mi padre una de aquellas noches me preparó un cordel con unas cuantas latas de aquella leche de “Las 4 Vacas” – condensada y azucarada, decía la etiqueta y gracias a la cual tantos niños de entonces seríamos diabéticos de mayores o casi- y allá estuve recorriendo la azotea de norte a sur y de este a oeste dando, nunca mejor dicho, la lata. Luego, por la mañana, para desayunar mi madre nos ponía aquellas monas de Pascua con un par de huevos duros. Tengo que decir que a mí me gustaba, y me sigue gustando, muchísimo más los roscones de Reyes pero que no le hacía feo alguno a aquellas ricas monas… A media mañana solíamos ver la procesión del Resucitado a la que aún recuerdo porque portaba un Cristo muy pequeño que salía del sepulcro, Cristo hecho en escayola que en cierta ocasión no soportó un chaparrón y tuvo que ser sustituido al año siguiente por otro más aparente. Para el almuerzo, era tradición que mi padre preparase aquellos arroces “a banda” que tan bien le salían… Al caer la tarde, me llenaba la melancolía cuando no la tristeza por dos razones obvias: la primera era porque el lunes tenía que volver a clase con lo poco que me gustaba, quien me iba a decir que ahora daría cualquier cosa por volver mañana a mi colegio con mis niños, y la segunda porque se acababan los desfiles procesionales que tanto me ilusionaban. 


En aquellos tiempos, de tantas dificultades económicas en mi familia, con tantas y tantas privaciones y tantos sacrificios, nada me podía hacer imaginar que pasaría otros Domingos de Ramos viajando por Europa ... 


Y así recuerdo aquel Domingo de Ramos en Brujas que al levantarnos y abrir la ventana vimos todos los techos blancos por una nevada que cayó aquella misma noche. Ver aquel paisaje abrazado a mi mujer mientras las campanas de toda Brujas tocaban a Gloria fue una sensación que nunca olvidaré. 





También tengo un gratísimo recuerdo de un Domingo de Resurrección en Viena, desayunando con mi mujer y mis hijos aquellos Huevos de Pascua o aquellos conejitos de chocolate … que lo de la diabetes no sólo me vino de mayor por la leche de las 4 Vacas… 



Hoy me queda la esperanza y la oración. Esperanza de que el mismo Cristo que nos dijo las palabras que encabezan este apunte haga que pronto se termine este confinamiento y la humanidad encuentre una solución al problema del maldito virus, esperanza de que hayamos aprendido la lección y seamos capaces de construir una nueva forma de vivir más justa, más humana; y oraciones para que Cristo me oiga, nos oiga…