miércoles, 24 de junio de 2020

MIS TESOROS

A raíz de cierto programa de Carlos Herrera donde se preguntaba ¿ qué tenían de valor en sus casas ? me plantee esa pregunta pregunta a mí mismo, llegando a la conclusión de las numerosas cosas que tengo en casa que bajo ningún concepto desearía perder y que incluso agradecería conservaran mis descendientes... 

Y no, no voy a mencionar la figura de Lladró o el original de Mingote numerado y clasificado, esas cosas al fin y a la postre tienen un valor tasado y yo voy a escribir sobre las cosas que para mí tienen un valor incalculable. 

Empiezo con una modestísima azada que se construyó mi abuelo Manuel siendo muy niño para poder trabajar en el campo. Azada que me trae recuerdos de mis orígenes de gente humilde, herreros y campesinos, gente luchadora, recios aragoneses que jamás se rindieron ante nada. Instrumento que me hace pensar que yo, con todas mis carreras universitarias, no sería capaz de hace algo así... pero que gracias al que la construyó y la usó pude estudiar y llegar a ser lo que soy. 



Continúo con una auténtica obra de arte que hizo mi padre, otro Manuel, heredero sin duda de las cualidades de mi abuelo. Se trata de una reproducción de una de las vagonetas de los trenes de la CEMR que traían al puerto de Melilla aquel preciado mineral de hierro de las minas de Uixan. A la vagoneta no le falta un detalle y puede bascular exactamente igual que lo hacían las reales. No sé como resolvió, o sí lo sé porque mi padre era un auténtico genio, el problema de las proporciones pero doy fe de que son absolutamente las exactas. Guardo esa vagoneta muy cerca de la tésis doctoral internacional de mi propio hijo, el último Manuel de la familia, como un referente de lo mucho que le debemos a quienes nos precedieron y del ejemplo tan extraordinario que los abuelos fueron en nuestras vidas. 




Cuando mi madre murió, llegó el momento, dolorosísimo momento, en que de manera ejemplar y generosa tuvimos que repartirnos entre su familia sus posesiones más privadas: joyas, recuerdos, ... Personalmente, y al ser e primogénito de la familia, me correspondió por acuerdo unánime ser el primero en pedir. Pedí un humilde rosario de madera que yo mismo le había regalado donde todavía cuando lo huelo percibo aquel perfume tan particular de mi madre. Se trata , pues, de una pieza aprecidísima para mí que no deja nunca de despertarme especiales sentimientos y que de alguna forma mantiene a mi madre a mi lado. 



Termino con un anillo, un anillo de oro pero que bien podría ser de acero. Un anillo que lleva el escudo de mi familia, los Fernández, un escudo que representa un león bajo un roble dándole un zarpazo a un lobo. Me lo regaló mi mujer y me gustaría que siempre lo llevara alguno de la familia, para que nunca olvidara lo que fuimos, lo que somos y lo que debemos ser.




Tengo muchas cosas más, tantos objetos que me recuerdan momentos, lugares, ... mi vida, en definitiva que para mí tienen el mismo o más valor que la mayor de las obras de arte del autor más valorado...


Y les juro que como lo cuento lo siento...

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