jueves, 13 de agosto de 2020

VERANO DEL 72.

 



“...Si tuviera que volver a comenzar mi vida, intentaría encontrarte mucho antes…” 

El Principito. 




Aquel fue el verano de mi vida… 

Acababa de cumplir 15 años y yo por entonces que era un tipo más feo y desgarbado que ahora, me había enamorado de una chica que acababa de volver de París… 

Había feria en el barrio y ella estaba preciosa con aquel vestido naranja y marrón. Bajo las luces de la feria, sus ojos verdes relucían de una manera especial aquella noche de agosto. La canción del verano aquel año era “Amor, amar” de Camilo Sesto, una de cuyas estrofas decía: 

“... tendré un mañana, para volar…” 

Y eso hice yo: volar. Con más timidez que otra cosa la llevé a un aparte y con lo creativo que soy con el lenguaje sólo supe que decirle: 

-¿Quieres salir conmigo…? 

Cuando me contestó que sí con esa sonrisa maravillosa, un estallido de fuegos artificiales iluminó mi vida y, como en la canción, empecé a volar hacia el mañana…A volar siempre a su lado. Aquel día la vida me regaló lo mejor... 


Luego llegó el amor, infinito, inmenso, eterno… El no saber vivir el uno sin el otro...el buscarnos a cada rato, el llorar y reír siempre juntos, el soñar y vivir, ...y, sobre todo, el unir nuestras almas en una sola. 

Y aquí estamos 48 años después viviendo juntos estos momentos tan difíciles en los que con toda humildad vuelvo a pedir al Dios de todos que sigamos juntos bastantes años más, aún nos quedan sueños y cosas buenas por hacer y venir.

 Amén.

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