sábado, 17 de noviembre de 2018

MAGISTERIO...DE TIZA Y PIZARRA


   Mientras miro por la ventana de mi pequeña aula los hermosos árboles de hoja perenne que un día plantaron los propios alumnos de mi Colegio, no sin nostalgia, me da también por recordar la ilusión que me comprometía antaño cada otoño a celebrar el ejemplo de San José de Calasanz como patrón del Magisterio español. 

  Y tal como si las imágenes pasasen al otro lado de los cristales veo aquellos días a tantos compañeros vestidos con sus mejores galas, reuniéndonos en cenas o comidas de hermandad o acudiendo al Salón Dorado del Ayuntamiento donde, con las autoridades más importantes presentes, se homenajeaba a algún compañero. Todo ello tras una intensa semana escolar llena de actividades, coloquios, películas en vídeo, … donde se mostraba la labor ejemplar del de Calasanz y la de tantos otros maestros que entregaron su vida a la docencia. Me cabe el orgullo de saber que algún que otro joven maestro de ahora encontró su vocación en alguna de esas charlas… 

   El recuerdo llena mi cabeza de nombres: Don Enrique, Don Francisco, Don Adriano, Don José, …, Dña Paquita Lence, Don Francisco Moreno, Don Manuel Domínguez, Doña Lolita Bartolomé, Don Joaquín, Don Hiscio, Don Gonzalo Hoyo… Don Eduardo, Don José Ángel, Don Manuel Ruiz Doña, … maestros de tiza y pizarra, ...Me gustaría no olvidar ninguno de sus nombres pero mi memoria también se ha ido dejando trozos a lo largo de este camino que es la vida. 

   Vuelvo a la realidad, vuelvo a mi Colegio, a mi querido Anselmo Pardo, en cuyas aulas, pasillos, despachos y patios mi vida encontró una utilidad de servicio a los demás. Y, entonces, olvido los malos ratos, las decisiones equivocadas, las discusiones tantas veces absurdas, o la infinita y estéril burocracia y aprecio a tanto buen compañero que he tenido y tengo en mi Colegio pero, sobre todo, me siento feliz cuando un alumno pequeñín me abraza espontáneamente en el patio; cuando entro en un aula y los chicos me piden que “haga magia”; cuando voy a llevarme a uno para un tratamiento de apoyo y los demás me dicen “llévame también a mí”; cuando en Educación Infantil tantos pequeñines que deberían asustarse por mi grandota presencia vienen a cogerme de la mano;… y, como no, cuando los mayores se ríen con mis tonterías o mis bromas; o me saludan por el pasillo con un sonoro "¡¡ buenos días !!" no exento de buen humor a sabiendas que siempre corrijo las faltas de respeto y cordialidad; que les voy a decir cuando me ceden el paso; cuando se “me pegan” en mis guardias de recreo para que les cuente alguna de mis historias … que son todas reales… o casi. Y alcanzo el cenit cuando ya mayores me saludan, me paran para conversar e incluso me escriben con un cariño desmedido, con un reconocimiento agradecido, y desde el tuteo que siempre me dieron aún me llaman “Don Carmelo” y yo siento su amistad sincera y me enorgullecen como algo propio sus éxitos … como me duelen sus fracasos, aunque de esos no quiero hoy escribir. Tampoco me quiero olvidar de tantos padres y madres que pasado los años aún me guardan una amistad entrañable compartiendo conmigo las noticias de sus queridos hijos, mis queridos alumnos… 

   Bendita profesión ésta que te permite mirar al futuro; hacer de tu trabajo una lucha diaria por un mundo mejor; compartir con tanta buena gente que mantiene intactas las ilusiones, las esperanzas, los sueños; trabajar con la vida por la vida… y dejar unas semillas plantadas en almas y corazones. 

2 comentarios:

  1. Como maestra, antigua compañera y amiga, debo felicitarte por tan hermosas reflexiones. Has expresado con certeras palabras pensamientos y sensaciones que comparto contigo.

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  2. Como maestra, antigua compañera y amiga, debo felicitarte por tan hermosas reflexiones. Has expresado con certeras palabras pensamientos y sensaciones que comparto contigo.

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