martes, 27 de noviembre de 2018

CUALQUIER PARECIDO NO ES CASUALIDAD


Érase una comunidad de propietarios que tras muchos y largos años de disputas y enfrentamientos se pusieron a trabajar todos juntos y lograron disponer de un edificio muy bonito, con pisos acogedores, cómodos, modernos con todo lo necesario para hacer felices a sus moradores y unas zonas comunes dotadas de parque infantil, piscina, zonas deportivas, …El ejemplo, fue copiado por otras comunidades de propietarios del barrio que uniéndose todas a su vez en una gran asociación vecinal construyeron entre todas una magnífica zona donde vivir y educar a sus hijos dentro del máximo bienestar, respeto y convivencia.

Junto a este barrio y sus comunidades de propietarios existía otra que era mucho más pobre. Y lo era, más que otra cosa, porque la mayoría de las cuotas de sus inquilinos iban a parar a los gastos del presidente de esa comunidad, apodado “el sultán, un millonario que disponía de un lujo y unos recursos muy superior a todo lo que le rodeaba. Lo curioso era que los propietarios de ese edificio no sólo no criticaban al presidente millonario  sino que lo adoraban casi como si fuese un dios viviente.

Esta insólita comunidad siempre tuvo la solidaridad de la barriada y de la asociación de vecinos de al lado que le sufragaban que si hoy una nueva puerta, que si mañana un ascensor y que si pasado una pintura de la fachada… Por si esto fuera poco muchos de sus vecinos trabajaban en la barriada, lo que les daba oportunidad de llevar unos ingresos decentes para sus familias…

Era lo normal, la buena vecindad, la convivencia y la solidaridad de unos con otros… aunque “el sultán” siguiera a lo suyo.

Llegó un día que en el barrio ejemplar empezaron a aparecer sujetos que vendían drogas, drogas que estos sujetos cultivaban en los jardines del presidente millonario y lujoso. Y se las vendían a los más jóvenes, creando un serio problema en toda la barriada que la obligó a contratar seguridad privada e incluso levantar una cerca de separación que pronto los camellos de la droga aprendieron a burlar y a forzar. 

Por si esto fuera poco, la barriada se fue llenando de indigentes de toda la ciudad que entraban a través del edificio de “el sultán” aprovechando sus ventanas vecinales y pagando a los inquilinos de las mismas… todo un negocio y un enorme perjuicio para los habitantes de la barriada que vieron muy pronto como sus zonas comunes se convertían en zonas peligrosas, en zocos o incluso en zonas de prostitución y venta de drogas. Por otra parte, raro era el día que algún vecino no sufría un robo de una u otra forma…

Para evitar todas estas cosas, la asociación de la barriada se reunió con “el sultán” convenciéndoles éste que sus vecinos eran muy pobres y necesitaban subvenciones para dejar de crear problemas, para más añadidura les explicó que las ventanas de su edificio, por la que los indigentes accedían a la zona vecinal, estaban rotas y que había que arreglarlas … con el dinero de la barriada. Y aunque suene raro, la barriada hizo una derrama importante y les dio una suma que cubría todos esos arreglos, suma que por razones desconocidas terminó en la cuenta corriente de “el sultán” dejando sin cubrir ni uno de los arreglos demandados… Y así una y otra vez.

Aun no había llegado lo peor. Lo peor llegó cuando además de los indigentes empezaron a aparecer centenares de niños por la barriada, niños que si al principio fueron acogidos con todos los derechos de sanidad, educación y vivienda pronto vieron desbordados todos los recursos de la barriada y empezaron a delinquir de forma violenta con la impunidad de saberse menores no afectos a las leyes que reprimían a los mayores.

Llegados a esto, los vecinos de la barriada ante la ineptitud de los dirigentes de la asociación y del ayuntamiento comenzaron a malvender sus propiedades y se trasladaron lo más lejos que pudieron de allí. Hoy, aquella barriada modelo, se ha convertido en casi una escombrera donde todo parece indicar que un enorme tornado o una terrible guerra arrasó aquel barrio y las gentes que allí malviven carecen de los recursos más imprescindibles. Por cierto, “el sultán” se ha construido un palacete extraordinario y desde sus miserias sus vecinos siguen adorándolo… y sufragándolo.

Se me olvidaba comentar que la barriada antaño hermosa se llamaba “Europa” y el edificio de “el sultán” se llamaba “El Poniente” .

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