sábado, 1 de febrero de 2020

SOY RARO...

Soy un tipo raro, muy raro. No me gusta nada, pero nada de nada, el cine de Almodóvar. Pero es que no me gustaba antes y menos me gusta ahora. Y pueden decirme lo que quieran que esta consideración nada tiene que ver con los gustos sexuales del manchego que personalmente no me interesan lo más mínimo.

Ya en mi juventud me pasó algo igual con Buñuel. Aún lo recuerdo como si fuera hoy. Acudí a unas jornadas de lo que por entonces se llamaba "Cine de Arte y Ensayo" que en realidad era una forma de que aquel régimen del general superlativo permitiese a los españoles ver el cine que nos diera la gana. Pues a aquel Cine Avenida acudí yo acompañado de mi Tere con mis botos camperos, mi pantalón vaquero y mi chaqueta de pana, típica uniformidad universitaria, a ver "El Ángel Exterminador" obra de Luis Buñuel, aragonés de Calanda que se nacionalizó mejicano por su enfrentamiento con el régimen. De él ya había visto Viridiana y tengo que decir que me había agradado. En esta ocasión, la película en blanco y negro y hablada toda ella en español de Méjico no podía ser más rollo, rollo que aún estoy tratando de entender sin el menor éxito. Pues bien, a la salida del cine, toda la Melilla progre comentaba las magnificencias del film, su extraordinario mensaje (?) y no sé cuantas cosas más. Yo, miraba a mi novia y no abría la boca. Salimos andando y cuando llegamos a la puerta del Hospital de Cruz Roja miré para atrás y viendo que no había nadie, casi gritando, le dije a Tere ¡¡ vaya rollo de película!! ...


Y riéndonos nos fuimos cogiditos de la mano a subir aquella inmensa escalera del Barrio de la Victoria que acompañado por ella siempre me pareció mucho más corta.

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