jueves, 14 de junio de 2018

EL GUARDIA ELÉCTRICO


   No sabría decir si por la abundancia de aquellos días de levante o por aquella sociedad hiperjerarquizada gobernada por el general superlativo pero siempre recuerdo aquella época en blanco y negro, situación que se veía alterada por la presencia de algunas personas capaces de convertir aquella escala de grises en momentos de colores luminosos. Una de esas personas se llamaba Francisco Millán López conocido por toda la Melilla de entonces con el cariñoso apodo de “El Guardia Eléctrico”.

   Paco Millán había servido en el Tercio Gran Capitán I de La Legión cuestión que siempre consideró un honor y un privilegio. Al dejar el Tercio, y proviniendo de una familia muy humilde, consiguió con mucho esfuerzo una plaza en la entonces Guardia Municipal del Excmo. Ayuntamiento de Melilla donde pronto destacó por actitudes para el servicio y capacidad de trabajo. Todo ello le llevó tras los correspondientes cursos a formar parte de la Guardia de Tráfico y a usar como prenda de cabeza aquel salacot blanco tan característico que unido a su altura y fortaleza le proporcionaba una impresionante presencia.

   Verlo dirigir el tráfico era todo un espectáculo que congregaba a no pocos ciudadanos y a mucha chiquillería pues sus rápidos movimientos siempre acompasados con las necesidades de la circulación informaban y guiaban perfectamente a peatones y automovilistas. No era Paco Millán guardia de poner muchas multas, más bien todo lo contrario, a él le bastaba siempre de forma correcta y educada con apercibir verbalmente a cualquier infractor digamos que ...con contundencia legionaria; cuestión ésta a la que ayudaba, además de su ya señalado físico, una voz recia y enérgica. Sus formas cuando daba novedades a las autoridades sin descuidar un instante el servicio le valieron no poca simpatías de todas ellas.

   Pero cuando había que verlo era en Navidad. Esos días en que los guardias de tráfico recibían en nombre de todos los guardias municipales el aguinaldo que la sociedad agradecida por sus servicios les ofrecía. Y así, alrededor de sus puestos de tráfico se iban acumulando botellas de sidra, turrones, ….. Era en aquellos días cuando los alrededores del puesto de Paco Millán parecían una feria, allí había de todo lo mejor: botellas de los mejores licores, canastas completísimas, jamones (¡ menudo aquel manjar en esa época! ), …..cartones del mejor tabaco rubio, pavos y ¡¡ hasta un cerdo vivo !! con muchos kilos y debidamente atado. Todo ello serviría para alegrar las mesas navideñas de aquellos municipales que con una paga exigua tan sacrificado y excelente servicio prestaban a la Ciudad.

   Ahondando un poco más en la pobreza de aquellos guardias anotaré que Paco Millán vivía con su mujer María, una extraordinaria persona que sólo hizo el bien a todo el que la conoció que no dudaban en proclamar su bondad y buen hacer para con los demás, y cuatro de sus cinco hijos en una portería casi subterránea con apenas dos habitaciones y un patio interior donde nunca entraba la luz del sol.

   Y sucedió que Paco Millán fue a realizar unos cursos de tráfico a Ceuta y cuando vieron sus formas y peculiar estilo fue nombrado instructor del curso felicitando por carta el alcalde de Ceuta al de Melilla por tener en su plantilla un hombre tan valioso. Dicha carta la recibió el alcalde Don Rafael Álvarez Claro quien pidió a su chófer que lo llevara hasta “... donde estuviera Millán de servicio...”. Y así con coche oficial se presentó ante el guardia quien tras darle las novedades de ordenanza se puso a su disposición:

­- Millán vengo a felicitarlo, pues mire lo que me dice de Vd. el alcalde de Ceuta. Pídame lo que necesite ...yo había pensado en una condecoración, pensionada por supuesto…

- Señor Alcalde yo…..ya que V.I. lo menciona ….si me permite y no es ninguna falta de respeto …..yo quisiera que viera V.I. donde vivo …..por si hubiera alguna casa del ayuntamiento a la que pudieramos optar mi familia y un servidor.

   Se me olvida señalar que Paco Millán prestaba servicio en aquellos momentos junto al monumento al Alzamiento y que la triste portería donde vivía estaba sólo a unos pasos. Por lo que el Ilmo. Sr. Alcalde no dudó un instante en acompañarle…… Tras la visita, Don Rafael se dirigió a Paco Millán en estos términos:

- A partir de este momento queda relevado del servicio …..

- Siento si le molestado u ofendido …..pero además de guardia también tengo un deber como padre de familia – dijo Paco Millán.

- No me ha ofendido Vd. lo más mínimo Paco, todo lo contrario. Le relevo porque en lo que tarde en llegar al ayuntamiento mi chofer le va a traer las llaves de una vivienda y quiero que hoy mismo sin falta se mude Vd. y su familia….¡¡Es más le ordeno que esta noche ya tienen que dormir allí!! ….no puedo consentir que un hombre de su valía y su familia duerman en ...en … bueno en lo que sea eso donde Vd. vive.

   Aquel mismo día con sus cuatro pertenencias se marchó Millán con toda su familia a una bonita y amplia casa en el Industrial donde vivió hasta el final de sus días.

   Y hablando de condecoraciones y felicitaciones Paco Millán ostentaba no pocas en su historial. Una de ellas es digna de relatarse si comparamos con los tiempos que corren en la actualidad: volvía a estar de servicio junto al monumento al Alzamiento cuando oyó gritos y un correr de gentes. Sucedía que un individuo había intentado asaltar la Armería Eibarresa próxima al lugar y se había apoderado de un par de escopetas de cartuchos y un cuchillo de monte con el que había hecho una fea herida a un empleado que en el suelo se desangraba. No lo dudó Paco Millán ni un instante y con su pistola Star de 9 mm corto apuntó al delincuente ordenándole que soltara las armas a lo que el individuo respondió abalanzándose sobre él. Sonó un disparo y el delincuente cayó al suelo….. Millán, hombre entrenado y ducho con las armas, le había disparado a una pierna en una zona no vital. Inmediatamente separó las armas del delincuente, pidió que se llamara a una ambulancia y atendió eficazmente tanto al dependiente herido como al delincuente realizando a ambos un torniquete con los correajes de su uniforme…… Al otro día en la prensa y en la calle se elogiaba el coraje y sangre fría del Guardia de Tráfico que además, como ya he señalado, fue felicitado y condecorado por el alcalde que en esta ocasión me parece recordar era Don Francisco Mir.

   También prestó, ya con sus años, servicios en el Museo Municipal haciendo de gestor, vigilante y guía con las visitas que acudían al recinto que siempre comentaban su buen hacer y se iban agradecidas con sus explicaciones y anécdotas. Todo ello fue motivo para que fuera protagonista de un amplio reportaje en televisión que hizo feliz a su familia y a sus muchísimos amigos.

  La última vez que lo vi fue recién trasladada la ya por entonces Policía Municipal al acuartelamiento actual donde también les habían cambiado el uniforme gris por uno más moderno en una gama de azules.... Estaba a punto de jubilarse y atendía la radio. Era un día caluroso y lo recuerdo sentado como siempre él lo hacía, es decir, dándole la vuelta a la silla. Con su cigarro impenitente miraba – estoy seguro que vigilaba - el tráfico de la calle…..Probablemente recordaría aquellos días de un servicio tras otro, …. ahora en la puerta del Buen Consejo, luego con lluvia, frio o calor intensos en el hospital Docker, ...por la tarde vuelta al Buen Consejo o la plaza Comandante Benítez……

  Murió apenas unos días después de haberse jubilado ….aquel maldito tabaco…. Su entierro fue todo un acontecimiento. Desde el primer momento una escuadra de Gastadores del Tercio Gran Capitán le rindió honores y su féretro fue portado hasta el Cementerio Municipal por sus compañeros policías y legionarios…. Aún se me saltan las lágrimas al recordarlo.

  Hoy sus hijos y nietos honran su memoria. Paco, Policía Nacional con un historial brillantísimo, condecorado por salvar con riesgo de su propia vida a una persona; Miguel Ángel que siguió la senda de su padre y hoy es Policía Local muy querido y apreciado por todo el mundo. Sus nietos: Paco y Carlos, que no queriendo ser menos también siguieron su ejemplo, y sirven en nuestra Policía Local donde estoy en seguro en más de una ocasión su abuelo desde ahí arriba les habrá aconsejado o guiado.

  Por mi parte, sólo me resta decir que, Francisco Millán López era mi tío, de lo que me he sentido más que orgulloso, abriéndome nada más mencionar su nombre no pocas puertas de muchos melillenses que aún hoy día lo recuerdan con aprecio, admiración y agradecimiento. Por mi parte siempre tendré presente su ejemplo y buen hacer.
Déjame , tito,  que ahora lleve mi mano derecha al primer tiempo de saludo.....

domingo, 10 de junio de 2018

MELILLITAS...


   Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Arrastraba una maleta de cuero grande y pesada, me moría de ganas por estar con los míos y, para colmo, las cosas no me iban nada bien en la universidad. Con sentimientos tan contradictorios alcancé el hall del barco desde el que se producía el incomodo desembarco de pasajeros al puerto de Melilla . ¡¡Por fin!! tras ocho horas de viaje siempre agotadoras volvía a mi casa.

   Debía ser Navidad….En el hall de aquel Antonio Lázaro o Vicente Puchol nos congregábamos apretujados de forma anárquica decenas de personas de lo más variopinto: estudiantes que regresábamos, marroquíes en tránsito, representantes de comercio, algún que otro conocido profesional o comerciante de la Ciudad, algunos funcionarios, familiares que venían a pasar las fiestas y ….un pequeño grupo de soldados de reemplazo.

   Casi sin darme cuenta empecé a fijarme en aquellos chicos. Casi todos serían de mi edad ( yo ya había pedido una prorroga por estudios ). Volvían a la Plaza tras haber pasado seguramente el permiso correspondiente a la mitad del servicio militar y ahora les quedaba el trago de pasar la Navidad en solitario, seguramente su primera Navidad sin sus padres, madres, hermanos, novias, amigos y lo que era peor: aún les quedaba por pasar aquella eterna mitad de los dieciocho meses de servicio militar en África, en esa África donde tantos como ellos dejaron sus vidas, su sangre, su salud; en esa África donde ellos sufrían un régimen militar durísimo, una disciplina inmisericorde, con una escasez de recursos que en muchas ocasiones en aquellos años se acercaba a la miseria, en cuarteles con habitáculos oscuros, insanos, garitas sucias ….mirando al Gurugú….

   Casi todos guardábamos, probablemente por el cansancio del viaje, un respetuoso silencio. Menos ella…..Ella era una cincuentona en la que todo resultaba exagerado: aquel peinado escardado, la pintura y el maquillaje de su cara, las numerosas joyas de oro (¿?) que portaba, ….y, sobre todo, su voz. Y entonces lo dijo:
¡¡¡...porque ser de Melilla es un grado…!!!


   No pude evitar mirar la cara de aquellos soldados, sus ojos, sus miradas, …. hombres jóvenes que vendrían de los más variados lugares de una España que empezaba a dejar de mirarse a sí misma; hombres que seguramente habrían visto vastos horizontes, habrían conocido campos, bosques, lugares y gentes, ….; hombres con ideas de formarse y hacer una España distinta, infinitamente mejor; hombres que venían a regalarnos los mejores tiempos de su vida a nosotros, melillenses con complemento de residencia y con desgravación fiscal, para garantizarnos nuestro sueño, nuestras casas, nuestros coches de importación, ….Y entonces sentí un profundo desprecio por aquella melillita.


   Sí, desde entonces no soporto a los melillitas, no soporto su chulería ignorante cuando cruzan la frontera y tratan a los marroquíes como si fueran seres inferiores exclusivamente a su servicio; no los soporto cuando en su ignorada ignorancia pretenden opinar de todo despreciando cualquier otra opinión que no sea la suya ...si es que tienen opinión; no los soporto cuando alzan la voz desde la barra del bar para criticar al alcalde, al delegado del gobierno, ...al jefe y en cuanto los ven aparecer pierden el sentido de la dignidad para arrastrarse baboseando ante ellos; no soporto sus cobardías e incapacidad para defender sus más elementales derechos dejando siempre , siempre, que sean otros los que les saquen las castañas del fuego; no soporto sus megalomanías y aires de grandeza donde sólo debería haber humildad; no soporto sus cobardías y su falta de compromiso con SU Ciudad de la que tanto alardean pero que no dudan en invertir fuera de ella ...para irse en cuanto puedan; pero lo que menos soporto es su falta de educación y respeto pues su “deporte nacional” es criticar constantemente a sus vecinos, a sus amigos, a sus conocidos ….en cuanto no los tienen delante.

   Son así y así han convertido esta Ciudad en el espacio decadente en el que ahora vivimos.

  Termino rogando que nadie confunda al melillita con el melillense que aunque puedan tener aparentes parecidos son seres de mundos diferentes empezando porque el melillita sólo se quiere a si mismo mientras el melillense quiere a su Ciudad.