sábado, 28 de febrero de 2015

UNA, DOS Y TRES...



Allá por los años setenta del siglo pasado, cuando los aires de libertad empujaban con fuerza a un régimen político que se apagaba a la vez que la salud del general superlativo se hacía más y más débil, aparecieron por la piel de toro numerosos artistas a los que se denominó “cantautores” y a sus producciones “ canción protesta”.

Algunos de ellos destacaron por sus composiciones, otros pasaron casi desapercibidos pero a todos había que reconocerles, cuanto menos, unas dosis de valor importante al enfrentarse al régimen por muy debilitado que éste estuviese. Entre los primeros, a un servidor que con un COU recién terminado iniciaba sus primeros pasos en aquel complejo y politizado mundo universitario de la época, le gustaba especialmente Patxi Andion. Su imagen barbuda, sus pantalones de pana, los botos camperos y aquella voz desgarrada apuntaban mucho a lo que se estilaba por entonces en la Universidad, en cuyas aulas, pasillos o cafeterías era muy fácil que alguien te pidiera en voz baja que te “definieras políticamente”.

De Patxi Andion recuerdo muy bien una canción que se llamaba “Una, dos y tres”

“..una, dos y tres...
una, dos y tres...
lo que Vd. no quiera
para el rastro es...”

Hace un par de semanas volví a Granada, ....No en un viejo vagón de tren como cantaba Miguel Ríos, sino de una manera mucho más aburguesada, y entre subida y bajada de la Sierra tuve tiempo de volver a pasear -esta vez con mi familia- por sus maravillosas calles, calles que me hicieron recuperar recuerdos de sensaciones, emociones, ...de tiempos de dudas, ilusiones y esperanzas. Todo ello me llevó, como no podía ser de otra manera, a plantearme si lo que soñábamos por entonces es lo que tenemos ahora, cuestión ésta que me viene produciendo no poca inquietud...

“..se revenden conciencias
Y compramos la piel
le cambiamos la cara
le compramos a Vd. ..”


Escuchando la canción de Patxi Andion y reflexionando sobre el aluvión de noticias de los últimos meses, llego a la conclusión de que muchas de aquellas grandes esperanzas por una España mejor se nos han debido quedar en algún hueco del camino y que aquellos “aires de libertad” los hemos y lo han convertido en un rastro donde todo se compra y vende.

“..le vendemos barato
con el precio en inglés
somos todo lo honrados
que Vd. quier creer...”


Recordando cómo anhelábamos en aquellos años tener partidos y sindicatos como garantes e instrumentos de nuestras libertades uno no puede evitar preguntarse si sobre los habitantes de esta Península, sus islas y ciudades autónomas no pesará alguna maldición bíblica que afecte a nuestros genes patológicamente haciendo que cuando uno de nosotros toca poder no pueda evitar la soberbia, la usura, el saqueo,....la corrupción.

“..Vd. se va contento
y nosotros, ya ve
nos pagamos la cena
con el ego de Vd. ..”

Triste situación ésta ante la que sólo cabe lo que Ortega en el siglo pasado acertadamente llamó el Regeneracionismo. Regeneracionismo que ha de traernos un marco jurídico y legislativo que vertebre esta vieja nación de una vez por todas relegando para siempre tanto nacionalismo cateto y trasnochado cuando no con tintes xenófobos y totalitarios. Un marco jurídico que -por si las moscas- establezca claras responsabilidades de quienes nos gobiernen de manera que si son tentados de coger o servirse de lo que no es suyo con cualquier artimaña sepan que se les puede caer el pelo. Un marco legislativo que reduzca ostensiblemente el número de gobernantes y limite sus periodos de poder,....en definitiva......déjenme que vuelva a recuperar aquellas ilusiones y esperanzas que parecían estar aguardándome en las calles de Granada.

Y todo ello, a pesar de que como canta ese filósofo del rock que es Fito y sus Fitipaldis:

“...este mar
cada vez guarda
más barcos hundidos...”


by-nc-nd.eu_petit

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