sábado, 19 de enero de 2019

NUEVA ETAPA



   Hace 25 años comencé un sueño..., hace 25 años a iniciativa de mi buen amigo José Luis Estrada por entonces director provincial de Educación que me pidió “… ya que el MEC te ha pagado la carrera de logopeda por qué no abres un gabinete privado para que podamos disponer de este servicio en Melilla y los docentes con problemas de la voz no tengan que irse a recibir tratamiento fuera de Melilla...” me lancé a una aventura que llenó mi vida de experiencias, conocimientos, emociones, ...primero en mi propio domicilio, luego en aquel deteriorado despacho del Mantelete, pasando por otro con goteras en plena Avenida, luego al bastante más digno y profesional de la calle Primo de Rivera, terminando ahora en el coqueto gabinete de Ramírez de Arellano. Años muy importantes en mi vida personal y profesional que me han permitido aprender muchísimo de mi profesión, aplicarlo en mi principal actividad docente y conocer a grandísimas personas a nivel profesional y humano.

    Hoy, antes de nada, quiero dar las gracias a mucha gente: a todos mis compañeros logopedas por el cariño y el respeto que siempre me han mostrado; a mis amigos y conocidos médicos, psicólogos, ... en los que siempre encontré la ayuda y colaboración que necesitaba además de un inmerecido reconocimiento y confianza. Pero, sobre todo, quiero agradecer a mis pacientes, sin ellos este sueño de ser logopeda nunca hubiera sido posible. Han sido casi 600 pacientes con los que he acertado, o tal vez no, pero a los que puedo asegurar puse todo mi empeño, esfuerzo, conocimientos y dedicación por serles útil y ayudarles a superar sus patologías. 


   Hoy tengo un sabor agridulce, por una parte me marcho disfrutar de unas horas libres que creo haberme ganado y que a estas alturas de los años cada vez me exige más este cuerpo que me soporta; por otra, me dejo cosas por hacer,  cosas que, alguna vez contaré largo y tendido, algunos personajes no me han dejado hacer por motivos que me atrevería a considerar casi esquizoides o perversos… pero esto empieza a ser algo anormalmente "normal" en esta sociedad melillita enferma en la que vivimos. 

   Me voy, pues, contento … y sin cerrar mi puerta de logopeda a la investigación, tal vez a alguna publicación, a la formación o a mis queridas colaboraciones altruistas con aquellos que de otra manera no podrían acceder nunca a un logopeda. También me quedan mis niños en el colegio… aunque allí unos ignorantes se hayan empeñado en que lo que hacemos no es Logopedia si no otra cosa, como si un alumno o un paciente con una patología en la voz, el habla, el lenguaje o la comunicación le importasen poco o mucho las teorías casi conspirativas que algunos aluden para diferenciar las terapias, rehabilitaciones o reeducaciones según se hagan en gabinete, clínica, despacho o aula… que “mandat opus” que diría el político. 

   Me reconforta al máximo que una excelente y profesional compañera Vanessa se haga cargo desde hoy mismo de mis pacientes con los que les aseguro la mayor calidad en el servicio a los mismos, dejo allí también para la atención psicológica a mi hija Marina cuya colaboración y presencia en estos años han sido tan importantes para mí como lo seguirán siendo. 

   No es un adiós… pero si es una despedida, una despedida que me hubiera gusta fuese por y de otra forma pero que como ya he señalado me abre otras puertas a este amor de mi vida profesional que es y será la Logopedia porque cuando uno es logopeda lo es para siempre.