viernes, 12 de octubre de 2018

MI BANDERA...



   El próximo curso escolar nuestro Colegio cumplirá 40 años, es decir, los mismos que un servidor como maestro. Y aprovechando la circunstancia y la proximidad de la Fiesta Nacional (esa que tanto olvidamos) , he hecho entrega a nuestro Colegio de algo muy especial: la que fue su primera Bandera , la Bandera que en 1979 se entregó cuando se inauguró el centro.

   Seguramente se preguntarán por qué esta Bandera llegó y ha estado en mis manos hasta hoy y la razón es muy simple: nadie la quería. Les cuento: durante los primeros años de existencia del Colegio nadie se preocupó de que la misma ondease en su mástil correspondiente y destacado como es preceptivo y si lo hizo en alguna ocasión fue por algún motivo concreto procediendo el conserje a retirarla a los pocos días, es decir, para nuestra vergüenza, poco más o menos como hoy en día. Cuando en octubre de 1981 la Ley 33/1981 crea el nuevo escudo constitucional y éste se incorpora a la Bandera, esta Bandera que hoy entrego fue retirada y relegada a un almacén polvoriento donde en 1985 yo la encontré llena de suciedad y con el escudo del Águila de San Juan, escudo que aprovecho para comentar fue originario de los Reyes Católicos y no un invento del régimen de Franco como la mayoría piensa, dándose incluso la paradoja que nuestra Constitución del 78 se aprobó y editó con este escudo. Pues, como decía, la encontré en un viejo almacén y pregunté por ella respondiéndoseme que como no era constitucional ( sic ) había que desprenderse de ella. Los que me conocen saben de mi amor por los colores rojigualdas y por esa Bandera por la que juré hasta en seis ocasiones derramar - Dios no lo crea nunca necesario – hasta la última gota de mi sangre, razón por la cual me la llevé a mi casa donde procedimos a la retirada del Águila de San Juan, que regalé a un amigo coleccionista para su alegría, y mi mujer la lavó con una magia que cuando se secó parecía recién sacada de los telares con sus colores renacidos.


   Esta bandera acompañó a mi familia en no pocos acontecimientos históricos: la portó mi padre en la manifestación más importante en esta Ciudad, cuando reivindicamos nuestra españolidad, y la paseamos gozosamente cuando ganamos las Copas de Europa y el Campeonato del Mundo de fútbol o de baloncesto.

   Siempre la he guardado cuidadosamente y la he tratado con el respeto y cariño que me enseñaron. Para mí, como espero que lo sea para todos los que formamos parte de este Colegio, es mucho más que una tela o como algún desgraciado dice “… un trapo...”. Tanto tiempo ha estado a mi lado que llegué a considerarla MI BANDERA e incluso alguna vez comenté que me gustaría que me acompañase en mis momentos finales… lejanos, espero.

   Sin embargo, cuando ayer la encontré perfectamente guardada y planchada me ocurrió como quien vuelve a ver a ese viejo amigo que no veía desde hace tanto. Estuve acariciándola un rato en mi despacho y entonces me habló - prometo que no había bebido más de lo justo y necesario – preguntándome por nuestro Colegio. Y entonces lo comprendí: esa Bandera que tantos hermosos valores representa, que tantas vidas lleva en sus colores, que tantos actos heróicos nos recuerda y representa, NO ES MÍA, NO PUEDE SER MÍA … porque es NUESTRA, ES DE TODOS LOS QUE DE CORAZÓN SENTIMOS Y AMAMOS A ESPAÑA no porque sea la mejor, sino porque es nuestra.

   Por este motivo he creído lo más conveniente devolverla a dónde nunca debió de salir, a nuestro Colegio Anselmo Pardo, para que esta vez nadie se olvide de ella, se la guarde y conserve en el tiempo como el símbolo sagrado que es, y en los grandes momentos ondee allí, en lo más alto del mástil para que todos: padres, madres, profesores, técnicos, conserjes, limpiadoras y, sobre todo, los más importantes, nuestros alumnos, reciban la lección de su belleza y el orgullo de sus colores, sintiéndola como NUESTRA, NUESTRA BANDERA.