lunes, 9 de julio de 2018

QUERIDO DIOS...



   Querido Dios: 

  A fuerza de ser sinceros no sé ni como empezar esta carta…..Son tantas las dudas que tengo respecto a Tí ...Por una parte me mueve la fe infinita e inquebrantable de mi madre, por otra la indignación que siento cuando compruebo que ocurren cosas que nos hacen suponer que estamos dejados de la mano de Dios. Voy a tratar de explicarme lo mejor que pueda….. 

   Desde muy niño mi madre me habló de un Dios - no importa el nombre o la forma que le demos – lleno de amor y de justicia, un Padre que cuidaba de sus hijos aún dándoles plena libertad, un Padre poderoso al que teníamos que hacer llegar nuestras plegarias, ruegos y oraciones pero, sobre todo, nuestros hechos y acciones por los que un día seríamos juzgados…… Hasta aquí digamos que todo muy clarito, el camino es ancho no exento de curvas y tramos peligrosos donde te podías equivocar ...pero también rectificar. Y esa fue mi fe durante años, entre otras cosas porque mi madre me decía “...hay que tener fe….” 

   Pero llegó un día en que empezaron las dudas, empezaron los por qué y mi fe poco a poco se fue desmoronando como la arena en mis manos….Llegó un día en que a la pérdida de la fe se sumó la indignación y con ella llegó el momento en el que dejé de creer en Ti…..o al menos eso pensaba yo. 

  Comprobé que el ser humano es una auténtica chapuza proclive a los peores sufrimientos; coomprobé que la Creación, tú Creación, estaba diseñada de forma cruel -vease por ejemplo la cadena alimenticia donde unos “hijos de Dios” han de matar y comerse a otros “hijos de Dios” para poder sobrevivir -; lo comprobé cuando sentí como propio el sufrimiento inútil e injusto de tanto ser humano (o animal), sufrimiento del que en ningún caso podíamos culpar al hombre, lo compruebo estos mismos días cuando unos niños se ven en peligro de muerte por unas lluvias ¿también las lluvias monzónicas las provoca el hombre?; lo compruebo cuando me siento a trabajar con mis niños con enfermedades congénitas terribles, niños tantas veces llenos de bondad sin maldad alguna y cuya vida es y va a ser en el mejor de los casos una tortura para ellos y para cuantos le rodean. En fin, Dios, hay tanto sufrimiento, tanto mal que he llegado a preguntarme si esta vida no sería en realidad el infierno…… 

   Por otra parte no dejo de comprobar la “injusticia divina” de ver como el más fuerte se impone al débil, de como se explota al ser humano desvalido, como gente malvada triunfa y vive feliz rodeado de lo mejor mientras los más humildes, los que más creen y te rezan sólo reciben más y más sufrimiento. Compruebo también como en tú nombre se cometen y han cometido terribles matanzas llenas de odio, compruebo como la religión, tantas veces opulenta, nos miente, engaña y apoya a los poderosos pidiendo resignación a los que más sufren, …...y Tú mientras permaneces sordo, impasible ante del sufrimiento injusto de tus hijos. 
Muchas veces cuando me han preguntado por mis creencias he contestado que “….me gustaría ser cristiano….”. Ahora, sin embargo, me pasa como a uno de los médicos de “Cuerpos y Almas” que prefería ser ateo antes de creer en un Dios sordo y ciego ante el sufrimiento de la Humanidad y de los seres vivos… 
   Pero tengo un problema: mi madre y sus enseñanzas siguen en mí. Y rezo casi todas las noches por los mios que ya no están, sigo presignándome cuando paso ante una Iglesia, llevo flores alguna vez a la Virgen del Carmen para pedirle por mi gente, me emociona el Cristo crucificado de Santa María Micaela , o hablo con “El Chato” aquel Crucificado que restauró mi padre y que guardo en mi aula,….. 
  Y termino confesándote que sé de mis muchos defectos y pecados, sé que no debería haber hecho o dicho muchas cosas, sé de mis arrebatos e insultos, pero sé también de mi sincero arrepentimiento y de mis intentos de ser mejor…...Si de verdad estoy hecho a tu imagen y semejanza, y Tú de verdad estás ahí y lees estas palabras, y eres el Dios del que me hablaba madre sólo te pido que dejes de estar sordo y ciego y escuches a tus hijos para que la Justicia Divina sea alguna vez un hecho y no unas palabras vacías en un libro. 

   Mientras yo seguiré deseando a toda mi gente que el Dios de todos, a pesar de todas mis dudas, los llene de bendiciones. Amén.