sábado, 3 de enero de 2015

BRUS Y GOLFO




No creo ser el primero en reconocer que existen personas con cuatro patas......Por esta razón, quiero empezar el año escribiendo sobre dos de ellas.

La primera se llama Brus y llegó a mi hijo una mañana de Reyes malagueña cuando su novia decidió darle aquello que sus padres por unos u otros motivos nunca le habíamos regalado …. y mira que le habíamos regalado cosas pero ya sabemos que las novias siempre dan a nuestros hijos aquello que nosotros nunca podremos proporcionarles. Nos contaba mi hijo que cuando lo vio por primera vez pensó que era un muñeco de peluche de lo pequeñín que era y que cuando lo cogió en sus manos prácticamente cabía en una de ellas. A los pocos días de tenerlo, el cachorrito enfermó y el veterinario les dijo que no iba a sobrevivir ante la pena y el disgusto de mi hijo y su novia, ….. y sin embargo, salió adelante y desde entonces se ha convertido en un inseparable de mi hijo, de su novia …. y de todo aquel que lo trate con algo de cariño. Me falta por aclarar que Brus es un bull-dog francés blanco y negro que acaba de cumplir cinco años. Brus no pide casi nada, apenas si ladra o molesta y lo único que verdaderamente desea es estar acompañado. Tendríais que ver su cara -como hablan las caras de estas “personas”- cuando le dejamos solo en casa.... y como nos recibe cuando volvemos aunque sólo hayamos estado unos minutos fuera. Dice mi hijo que no hay humano que se alegre tanto de verte regresar a casa cotidianamente.... o al menos que te lo demuestre así. He de decir que por mínimo que sea el cariño que le des, él te lo devolverá cuadriplicado ….ni te cuento si le das una “chuche” o un trocito de jamón..... Si además te pasas un ratito acariciándole la cabeza o rascándole entre las orejas tendrás en él un amigo para toda la vida que te intentará acompañar por todas partes vayas a donde vayas. Él sólo quiere que lo quieran y a cambio nos regala su propia vida..... sin más.



La segunda “persona” de cuatro patas se llamaba Golfo. Al contrario que Brus la primera vez que lo vimos nos impresionaron sus dimensiones y, sobre todo, sus fuertes patas. Era un pastor alemán de pura raza que regalaron a mi hermano y formó parte de nuestras vidas durante años siendo uno más de la familia porque se lo había ganado a pulso. De Golfo podríamos contar un montón de anécdotas como cuando descubrió a un ladrón metido dentro de un deposito de agua o como cuidaba de mi sobrino recién nacido en los paseos, ni que contar de como el puñetero tiraba de la correa cuando lo sacaba un adulto … pero jamás la tensaba si era un niño el que la sujetaba, de sus grandes cabalgadas tras mi coche al menor descuido, o de como apoyaba su cabeza y una de sus patas sobre nuestro regazo para que le rascáramos entre las orejas, … y sobre todo del cariño que emanaba de su mirada o de su disposición a defender “a los suyos” si intuía cualquier atisbo de peligro. Nos entregó su vida y nos ganó el corazón. Un caluroso día de verano se fue al cielo de los buenos, dejándonos un vacío de bondad y lealtad.


Aunque se atribuye a Lord Byron la frase “...cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro....” parece ser que fue usada mil años antes por Carlomagno quien a su vez la había copiado del filósofo Diógenes nacido en el 412 a.C. ….. . Pues bien, el que suscribe está completamente seguro que si estas personas de cuatro patas, como Brus y Golfo, nos pudieran dar su opinión dirían que “..es una salvajada...” precisamente por el amor que ellos siempre tuvieron por los humanos, amor que los humanos muchas veces ni comprendemos, ni compartimos ni, por supuesto les devolvemos.

Y termino este pequeño y modesto homenaje a todos los Brus y Golfos que por el mundo hay prácticamente como empecé... pues no creo ser el último en reconocer que existen animales con dos piernas...... sobre todo si los comparo con mis amigos Brus y Golfo.

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