domingo, 10 de noviembre de 2024

CARTA POR MI JUBILACIÓN . 19 de junio de 2021


He tenido esta carta guardada más de tres años. La escribí al poco de jubilarme.  Hoy, las circunstancias de la vida, me recomiendan que no la deje en el cajón en que la tenía guardada. Lo hago sin el menor rencor hacia nadie, simplemente como un testimonio de algo que me hubiera gustado fuera de otra manera ...


No puedo empezar esta carta con un “compañeros”,  primero porque ya no lo somos y en segundo lugar porque tal vez nunca lo hayamos sido en realidad.

He esperado un tiempo más que suficiente para superar la ira que me supuso la forma – y las formas- en que se me obligó a jubilarme de una manera injustificable.

Pero antes de continuar quiero dejar muy claro a quienes sin duda creyeron “vengarse” o causarme algún daño, erraron de forma mayúscula. Si algo tuve claro al poco de jubilarme fue: primero, que me tenía que haber jubilado con 60 años; segundo, que los privilegios que te permite la vida de jubilado valen mucho, muchísimo, más dinero que el que te quitan de la nómina; y tercero, que hay que disfrutar de la vida cuando se llega a una edad porque lo que dejes para después puede que no lo puedas hacer nunca.

Pero, como decía, lo que se hizo conmigo fue cuanto menos injusto y cobarde, demostrándome muy bien que clase de personas tuve como compañeros de trabajo, por supuesto que no todos. Y a ello voy.

Para quienes no lo sepan, o mejor dicho, ni se han interesado por saberlo, el inspector Miguel Heredia – con el que dicho sea de paso jamás tuve una mala palabra ni enfrentamiento pues siempre pensé que la vida había sido muy cruel con él por la muerte temprana de su hijo- “ordenó” al equipo directivo que hiciese un informe en el que se indicara entre otras cosas que “ ese curso no había estado para nada en el Colegio”. A esta supuesta orden me informaron el equipo directivo que “ no les dieron alternativa”    ( ? ). Y mintieron, mintieron porque como se puede demostrar documentalmente yo asistí al Colegio ese curso durante todo el mes de septiembre hasta que en octubre los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales del MEFP me dijeron que debía de coger una baja laboral pues con las enfermedades que padecía ( diabetes e hipertensión ) era persona de alto riesgo con la pandemia de covid. NO FUI YO EL QUE TOMARA LA INICIATIVA DE BUSCAR A UN MÉDICO QUE ME FIRMARA UNA BAJA, LO HICE PORQUE ME LO DIJO EL CORRESPONDIENTE SERVICIO DEL MEFP y el médico sólo accedió a dármela, y posteriormente a renovármela, por indicación de estos Servicios de Prevención de Riesgos Laborales. Durante el tiempo de baja laboral pasé dos inspecciones médicas que corroboraron la justificación de mis bajas laborales.

Por otra parte, este inspector, en una actitud canallesca, informó que por mi especialidad no había podido realizar trabajo on line “… y que además yo no lo había solicitado...” cuando el equipo directivo y la orientadora sabían de sobra que había seguido en contacto y apoyando a mis alumnos, y a sus padres, todo el tiempo, por vía telemática y telefónica.

Todo ello lo suscribió y lo firmó “ mi compañera” Sabrina Moh, sin cuya firma nada hubiera sido posible. Y lo que es peor: negándome toda información hasta que la recibí oficialmente…

Y aquí quiero añadir mi total decepción con algún miembro del equipo directivo, cuyo nombre bien sabe él, y es que la vida a veces te demuestra lo importante que es la lealtad de un amigo y su diferencia con un compañero: un amigo nos será leal y nunca nos traicionará porque pensará antes en nuestro bienestar que en su provecho; un compañero, por su parte, no será tan cuidadoso y podrá llegar a usar lo que tú digas para su propio beneficio y para escalar en donde sea que se encuentren... Y así me ocurrió a mí cuando quien yo consideraba mi amigo no tuvo ni el más mínimo gesto de levantar un teléfono y decirme lo que estaba pidiendo el inspector miserable… Siempre me pregunté que tenían esos sillones que tanto valoraban esos culos…

Pero es que aún hubo más, habían más “compañeros y compañeras” del Colegio que sabían lo que estaba pasando y tampoco ninguno me informó de nada. Todos prefirieron callar no fuera que la delegada, “la compañera Sabrina”, se enterase…

De la delegada, antigua compañera, sólo puedo decir que no pudo tener conmigo una actitud más ruin, miserable y cobarde… y mira que me debía algún que otro favor que prefiero no mencionar. Aunque después de ver en lo que se ha convertido entiendo muchas cosas…

Comprenderéis que rechazara cualquier forma de comida o placa tanto del Colegio como de la dirección provincial del MEFP.

Alguna que otra vez, alguien me ha dicho que a ver cuando me daban la comida de homenaje y siempre he pensado lo mal que me podía sentar esa comida con algunos de esos “compis” a quienes en algún ocasión importante fui el único que dio la cara por ellos … Tampoco descarto que tal vez por mi actitud y opiniones tantas veces expresada con la mayor sinceridad y sin la menor hipocresía, muchos de aquellos “compis” , más de los que yo me podía imaginar, me la tenían guardada. Por mi parte, siempre pensé que al final de mi vida profesional, como decía Julio Cortázar: “… hay ausencias que representan un verdadero triunfo...”.

Y así me fui… en silencio, sin pedir ni querer nada pero con la amargura que saberme traicionado de forma injustificable por personas en las que yo confiaba. Creo, sin el menor atisbo de soberbia, que mis 41 años 9 meses y 19 días de entrega total a mi trabajo ( espero que esto no se me niegue nunca ) se merecían algo más…

No puedo terminar sin reconocer que ese “algo más” me lo han dado con creces quienes fueron mis alumnos y sus padres que todavía hoy me paran por la calle para saludarme y agradecerme mi trabajo … sin darse cuenta que el agradecido, el más agradecido, soy yo.

Así fue y así lo cuento, sin ira, sin reclamación a las que renuncié  ni aspiración alguna pues a estas alturas, como decía al principio, sólo puedo bendecir el que me jubilaran para poder disfrutar y hacer tantas y tantas cosas que tenía guardadas en el cajón de mi vida… algunas de ellas sin yo mismo saberlo.

Termino como lo he sido siempre, una persona agradecida: sólo puedo dar gracias a Dios por iluminar siempre mis caminos; a mi mujer por estar en las duras y en las maduras aguantándome a mí y a mi trabajo; y a  los pocos que siempre entendieron lo que significaba la lealtad y la fidelidad.